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Ganadores del concurso de postales navideñas, fotografía y microrrelatos 2025

Un año más, el Colegio Mayor ha celebrado sus concursos creativos, que en esta edición han incluido microrrelato, fotografía y postal navideña. Tres certámenes que han vuelto a poner de manifiesto el talento, la sensibilidad y la creatividad de nuestros colegiales y colegialas.

A través de estas iniciativas buscamos fomentar la participación en la vida colegial y ofrecer un espacio en el que la comunidad colegial pueda expresar su mirada personal, tanto desde la palabra escrita como desde la imagen. El jurado ha destacado la calidad y originalidad de los trabajos presentados, lo que ha hecho especialmente difícil la elección de las personas premiadas.

¡Enhorabuena a los premiados y gracias a todos los participantes por su implicación!

Ganadores del concurso de postales navideñas

postal primer premio

Clara Ruiz – Primer premio

 

Natalia García Peinado – Segundo premio

 

Cristina Pardos – Tercer premio

 

 

Ganadores del concurso de fotografía

‘Estancia temporal, huella permanente’ de Víctor Ventura. Primer premio.

 

‘La alegría de servir entre café y sonrisas’ de Francisco Pla. Segundo premio.

 

‘¡Gente, volteen pa’ abajo!’ de Natalia Treviño. Tercer premio.

 

 

 

Ganadores del concurso de microrrelatos

PRIMER PREMIO: NATALIA TREVIÑO
‘AHÍ EXISTO’
 

Yo, como estudiante de filología, exijo mi libertad. Vivo encadenada a los clásicos, a sus textos, que tengo que analizar, uno por uno, hasta dejarlos sin nada. Ya no quiero saber nada de Aristóteles, ni de Poe y menos de García Márquez. Estoy harta. Mi imaginación se está muriendo. Suplico que me den un día –solo uno– para leer y escribir lo que yo quiera. La literatura que yo elija, esa que me salva, la que escribo a escondidas de aquellos que no la aprueban. Ahí respiro. Ahí existo.

 

 

SEGUNDO PREMIO: BELÉN PEÑUELAS
‘FÓRMULAS DE AZÚCAR’ y ‘EL BOSQUE DE PAPEL’
 

Entre exámenes y cenas compartidas, he descubierto que el laboratorio también puede oler a canela. Mientras repaso fórmulas interminables, las palabras se me escapan a los márgenes de los apuntes, buscando una vida menos exacta, más libre. Afuera, la nieve cae con la cadencia de un verso que aún no me atrevo a escribir y se disuelve antes de tocar el suelo. Cada diciembre, entre prácticas y desvelos, dejo nacer un cuento, un poema, una historia mínima. Es mi acto de rebeldía, mi respiración secreta entre compuestos y fórmulas. Anoche me dormí sobre una página inacabada. Al despertar, el papel estaba cubierto de polvo de azúcar, como si la nieve hubiese querido leerme. Y comprendí que, algún día, mis palabras también aprenderían a cuajar.

 

Se acercaban las Navidades y, con ellas, los finales, apilándose como torres de exámenes sobre mi escritorio. Pero una noche, hastiada de memorizar, abrí un cuaderno en blanco y, casi sin querer, el papel susurró: un bosque diminuto brotó ante mis ojos, con árboles de tinta, ríos de palabras y luciérnagas que recitaban versos olvidados. Caminé entre senderos que trazaba mi lápiz, descubriendo que podía reposar en sueños despiertos, que la imaginación era un refugio cálido. Al cerrar los ojos, las luces del bosque se fundieron con las del árbol de Navidad, y sentí una felicidad clara y tranquila: escribir había tejido para mí un mundo secreto donde mi espíritu podía danzar libre.

 

 

TERCER PREMIO: TRESA VERGÉS
‘EL ORIGEN DE LAS POSIBILIDADES’

Aparece sin que nadie mire: en el instante en que un estudiante, extenuado, decide intentarlo otra vez; en la risa que estalla en medio del caos; en la vulnerabilidad valiente de quien reconoce que tiene miedo a no ser suficiente. Crecer no solo va de llegar lejos. Nosotros sabemos algo distinto: Crecer va de no rendirse cuando nadie aplaude. Va de hacer sitio a los demás en la mesa, de sostener una mirada, seguir la conversación , de encender una luz cuando todo es oscuridad, y esa luz llega en forma de literatura Aquí, en Larraona descubro que el futuro no se espera: se escribe. Y quizá por eso, cuando alguien observa con atención desde fuera, se queda sin palabras: porque no está viendo estudiantes. Está viendo posibilidades.

 

Collage colegiales y colegialas Colegio Mayor Larraona

Un recuento de nuestro 2025 juntos. ¡Y feliz 2026!

 

Cuando abrimos las puertas al nuevo curso, sentimos ese cosquilleo familiar que nos predispone a algo grande. Los pasillos se llenaron de historias recién estrenadas y de reencuentros esperados. Así nació el nuevo curso 2025-26, que nos abrazó con sus retos, sus alegrías y descubrimientos: este ha sido un trimestre que ya forma parte de nuestra memoria colectiva.

El calor todavía pegaba cuando arrancamos con las Jornadas de Bienvenida. La semana comenzaba con actividades para conocernos, como ‘First Dates’, actividades deportivas –sesiones de Kick Boxing, Spinning, MMA y más en el polideportivo–, y dinámicas de creatividad y estrategia –con juegos de rol y ajedrez–. A estas iniciativas se sumaron las yincanas nocturnas, enigmas y desafíos, donde convivimos el alumnado recién llegado con veteranos y veteranas.

Después llegó el momento de conocer mejor nuestra ciudad de adopción para estos años universitarios, con el tour guiado por Pamplona.

Y rematamos con algunas de las celebraciones más apreciadas del curso: la sesión de rafting por el río Irati, la barbacoa al aire libre y el baile de bienvenida, donde se respira el más genuino espíritu de Larraona.

La eucaristía celebrada por nuestro capellán, Aitor Kamiruaga c.m.f, nos recordaba que “el yo no existe sin el otro” y que “Dios nos llama a ser sal, a darle sabor a la vida: a acompañar, a ayudar, a estar con los demás y a ser luz, hecha para iluminar”. Y partiendo de estas palabras que cimentan un buen comienzo de curso, tuvieron lugar la cena y baile de bienvenida, para los que nos pusimos nuestras mejores galas.

 

Collage fotografías trimestre

 

En medio de ese torbellino, recibimos a Gorka López, nuevo subdirector, que se unió a nuestro equipo con energía y cercanía. Un año más ‘el pasillo’ formó su doble columna de bienvenida y las nuevas colegialas y los nuevos colegiales sembraron sueños y esperanzas entre las que empezaban a ser sus futuras amistades. Esas de juventud que duran para siempre.

A partir de ahí, el semestre avanzó con naturalidad. Clases, quedadas, actividades extracurriculares, los jueves de Fe y Vida, deporte, las cenas temáticas; los tips de estudio de la pedagoga Lucía Sáez; el torneo intercolegial de Colegios Mayores; los Think and Beer, con personalidades como el doctor Jesús San Miguel y el doctor farmacéutico Pedro González Muniesa; la elección del decanato; el Voluntariado…

La vida del Colegio Mayor tomó forma y ritmo. Desplegó poco a poco su magia habitual: vecinas y vecinos de habitación que se hicieron amigas y amigos, compañeras y compañeros de deporte que acabaron siendo colegas; una comunidad que se fortaleció día a día.

Y sin darnos cuenta, el frío regresó, como siempre, y nos señaló la llegada del Adviento. Un tiempo para esperar, para abrir el corazón a lo que viene, para alegrarnos. También para mirar atrás con orgullo y reconocer todo lo que construimos juntas y juntos en 2025. Preparamos el año nuevo con ilusión y con esos momentos que tanto nos unen: cocina, crochet, baile… Excusas hermosas para reunirnos, compartir y crecer.

Y el Colegio Mayor Larraona está ahí entre nosotras y nosotros. Es un honor construir estos años con esta juventud llena de promesas.

¡Feliz Año 2026!

 

Cena fiesta de navidad Colegio Mayor Larraona

La alegría de celebrar la Navidad juntos

El pasado jueves 18 de diciembre, celebramos la fiesta de Navidad del Colegio Mayor en una velada marcada por la emoción y el espíritu navideño que unió a toda la comunidad para despedir el año juntos.

 

Eucaristia navidad

 

La celebración comenzó a las 20:00 horas con la eucaristía, un momento de recogimiento en el que colegiales y colegialas llenaron la capilla de villancicos, elevando sus peticiones por los más necesitados, la paz en el mundo, por quienes viven la Navidad en soledad y por aquellos que ya no están.

 

colegiales cantando

 

Durante la eucaristía, el sacerdote compartió con cariño las fiestas de Navidad vividas antaño en el Colegio Mayor, mientras resonaban villancicos como Noche de Paz y Campanas de Belén, que llenaron el espacio de un ambiente cercano y familiar.

 

Colegiales amistad fiesta navidad

 

Tras la celebración, los y las estudiantes se trasladaron al comedor, donde en apenas unos minutos se formó una larga cola que dejaba claro que nadie quería perderse la cena de Navidad. Entre risas y conversaciones, se fueron sentando y tomando asiento, luciendo sus mejores galas y celebrando, en muchos casos, el final de los exámenes y el merecido descanso.

 

comedor lleno fiesta navidad

 

La cena transcurrió en un ambiente inmejorable, entre risas, abrazos y conversaciones animadas, reflejo del espíritu de convivencia. La noche continuó sin prisas, en la que la música tomó protagonismo con un pequeño concierto a cargo de varios colegiales y colegialas.

 

risas bingo larraona

 

A continuación, se anunciaron los ganadores de los concursos de microrrelato y fotografía y de varios sorteos, entre ellos uno de jamón y un animado bingo. La velada concluyó con música y baile, poniendo el broche final a una celebración que sirvió para despedir el año y dar la bienvenida a la Navidad.

Javier Urra Charla

Javier Urra: la juventud entre ansiedad y esfuerzo

La Asociación de Familias del Colegio Claret Larraona, junto al Colegio Mayor, acogió este martes una conferencia del psicólogo Javier Urra, doctor en Psicología, profesor de la Complutense y primer Defensor del Menor. Durante más de una hora analizó los retos actuales de la adolescencia y el impacto social en la salud emocional de los jóvenes. Desde el inicio dejó claro su estilo directo: “Hablaré desde la experiencia de toda una vida dedicada a niños y adolescentes”.

 

 

Un aumento preocupante de los trastornos mentales en jóvenes

Javier explicó que en los últimos años se ha multiplicado el número de menores con trastornos de salud mental, destacando la ansiedad, las obsesiones, los trastornos alimentarios y conductas disociativas. Para ilustrarlo, describió casos de sus centros terapéuticos para mostrar el “vacío vital” que viven muchos adolescentes: “Chicas y chicos de 16 o 17 años que llega el fin de semana y dicen que no hacen nada. Sin ilusión, sin horizonte. Eso es lo verdaderamente grave”.

La sociedad del diagnóstico y la medicalización

Otro de los ejes de su conferencia fue la sociedad del diagnóstico y la medicalización. Criticó la tendencia a etiquetar cualquier conducta infantil como patológica y el auge de la psicologización inmediata: “antes daba miedo diagnosticar a un niño de TDAH para no estigmatizar. Hoy muchos padres buscan un diagnóstico casi como salvoconducto”, afirmó. “¿Por qué cualquier emoción se vive como patología? Hemos construido una sociedad que quiere ser Disney”.

 

 

Educación, límites y familias

En el ámbito educativo, subrayó la necesidad de límites claros y denunció que muchos padres confunden afecto con permisividad. Recordó su libro El pequeño dictador para ilustrar cómo algunas familias han cedido autoridad a los hijos.

Urra defendió la importancia del lenguaje como herramienta de pensamiento, porque “No existe pensamiento sin palabras”. Denunció también la falta de pensamiento crítico en tiempos de redes, ruido y superficialidad: “La capacidad de análisis es fundamental. Y la estamos perdiendo”.

 

 

Jóvenes que trabajan y sueñan

Pero, en contraposición, quiso romper una lanza a favor de los jóvenes. Recordó la imagen de la noche anterior, cuando desde su hotel veía las ventanas encendidas del Colegio Mayor, llenas de estudiantes preparando exámenes. “Los jóvenes sí estudian, sí se esfuerzan”, señaló, pidiendo a los adultos que abandonen el discurso nostálgico de que “antes todo era más difícil”. Reivindicó que no es justo reducir a esta generación a las redes sociales o la inmediatez, porque “hay muchísimos chicos trabajando duro, comprometidos, deseando crecer”. Para Urra, reconocer ese esfuerzo es fundamental para acompañarlos y para dejar de repetir que “no hacen nada”, cuando en realidad “son muchos los que madrugan, estudian, se forman y buscan su sitio con ilusión”.

 

Portada de voluntariado

Vivir más allá del colegio mayor: el voluntariado en Larraona

La experiencia universitaria no se limita a las aulas ni a los pasillos de nuestro colegio mayor. Se expande cuando nos acercamos a la ciudad que nos rodea y nos involucramos en su tejido social. En Larraona creemos que ser parte de algo más grande es crucial en la formación de nuestros colegiales.

Es importante que los estudiantes dediquen parte de su tiempo a salir y formar parte activa de la comunidad; por eso promovemos el voluntariado con entidades de Pamplona como D‑Espacio, Casa de Misericordia de Pamplona y Asociación Lagundu Arakil: D-Espacio es un lugar de encuentro que ofrece actividades lúdicas, culturales y deportivas para personas con discapacidad intelectual y sus familias, fomentando su inclusión y desarrollo personal. Casa de Misericordia acoge a personas mayores, ofreciéndoles atención asistencial, apoyo sanitario, rehabilitación, actividades socioculturales y acompañamiento, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y promover su integración social. Asociación Lagundu Arakil trabaja con infancia y juventud en situación de vulnerabilidad, brindándoles apoyo escolar, oportunidades de ocio y tiempo libre, así como orientación familiar, favoreciendo su educación, integración social y el desarrollo de valores como la solidaridad, el respeto y la confianza.

D-Espacio: un lugar para compartir actividades

Uno de los programas más consolidados en Larraona es su participación en D-Espacio, una iniciativa creada por familias que buscan un entorno donde las personas con discapacidad intelectual compartan actividades de ocio. Colaboramos en salidas al parque, juegos, talleres o meriendas. El grupo de Larraona suele desplazarse cada viernes y forma parte de la programación semanal del proyecto. La dinámica favorece la convivencia y ofrece a los colegiales y colegialas una forma accesible de iniciarse en el voluntariado.

Joan Ivorra conoció D-Espacio al comenzar el curso y decidió incorporarse. Cada semana forma parte del pequeño grupo que visita el local y participa en las actividades. Destaca que la experiencia le permite relacionarse con personas de fuera del entorno universitario y conoce una realidad que antes no trataba de cerca. También señala que la regularidad del voluntariado facilita que se generen vínculos con los participantes y con los propios compañeros.

Otras opciones: apoyo educativo y acompañamiento a mayores

Además de D-Espacio, Larraona ofrece otras alternativas. Algunos estudiantes se suman a programas de apoyo escolar o lingüístico y otros colaboran con instituciones que trabajan con personas mayores.

Abrar Dhalai, estudiante de primer año, participa en dos iniciativas distintas. “Todos los jueves colaboro con la Asociación Lagundu Arakil, donde ayudo en apoyo de inglés. Y los viernes participo en el voluntariado de Casa de Misericordia”, explica. En esta última, dedica la tarde a conversar con los residentes. “Siempre tienen curiosidad por mi vida, mis viajes y cómo es crecer en Dubái en comparación con España”, cuenta. “Compartimos historias, hablamos de cultura y comentamos cosas del día a día. Muchas veces se trata simplemente de acompañarlos y crear un momento tranquilo para ellos”.

Abrar buscaba oportunidades para colaborar desde que llegó a España. “En mi país no tenía muchas opciones para hacer voluntariado. Cuando supe que Larraona tenía varios programas, tuve claro que quería participar”. De su experiencia, destaca la relación directa con las personas: “Incluso las conversaciones más simples pueden cambiar el día. Me gusta ver cómo se animan solo por tener a alguien con quien hablar. Ellos son amables y siempre tienen historias interesantes. Saber que puedo aportar un rato de compañía hace que todo valga la pena”.

Un programa abierto para cualquier colegial

Los estudiantes interesados pueden incorporarse a cualquiera de los programas durante el curso. La oferta incluye actividades de ocio inclusivo, apoyo académico, acompañamiento a mayores y colaboraciones puntuales con asociaciones locales. Larraona coordina los grupos y facilita el contacto con cada entidad, lo que permite que los colegiales encuentren un proyecto acorde a su disponibilidad y a sus intereses.

El voluntariado se ha convertido en una parte estable de la vida del colegio mayor. Para muchos colegiales, supone una forma práctica de integrarse en la ciudad y de conocer realidades que complementan su formación universitaria, humana y social. El voluntariado les permite dar de vuelta a la sociedad un poco de todo aquello que han recibido.

 

Colegiales y colegialas mirando de frente

Think & Beer: la dualidad del azúcar

El pasado 19 de noviembre el invierno llegó a Navarra. A pesar de la lluvia y el frío en Pamplona, diecisiete estudiantes se reunieron en Larraona para escuchar a Pedro González Muniesa, licenciado en Farmacia y doctor en Fisiología y Nutrición. Desde el principio se notó el ambiente cercano, que facilitó que la charla empezara más como una conversación que como una clase. Después de que todos y todas se presentasen, lanzó la pregunta que marcó el tono del encuentro:

“¿Por qué estáis aquí y qué esperáis de este encuentro?”

El doctor explicó cuál sería el tema que iba a abordar: la dualidad que rodea al azúcar. “Parece que para la mayoría el azúcar se ha convertido en enemigo público, pero es esencial para la vida”, explicó. ¿La razón? La glucosa alimenta nuestras células y neuronas, por lo que la necesitamos para vivir adecuadamente. Insistió en diferenciar conceptos básicos –hidratos, azúcares añadidos, edulcorantes– y en no dejarse arrastrar por afirmaciones rotundas que podamos escuchar día a día en las redes sociales.

Varias de las personas que asistieron tenían mucha curiosidad por saber qué hay de malo en los edulcorantes que encontramos en los productos de nuestro entorno. No le fue muy complicado explicarlo valiéndose del tradicional símil de Pedro y el Lobo: Pedro es quien avisa que llega el azúcar, el pueblo representa a la insulina que responde al aviso, y el lobo es el azúcar. Cuando tomamos un refresco o alimento con edulcorantes, le llega una señal al cerebro de que llega azúcar a nuestro cuerpo y el pueblo (la insulina) se pone en marcha, pero no tiene azúcar con el que trabajar porque no es glucosa real. Es decir, los edulcorantes engañan a nuestro cuerpo: activan la maquinaria para procesar el azúcar, pero no aportan glucosa de verdad. Esa confusión, de manera repetida, puede afectar a nuestro organismo generando la conocida “resistencia a la insulina”.

Alumna mirando al doctor

Uno de los momentos más serios se produjo cuando explicó su interés en investigar la diabetes, a raíz del diagnóstico de uno de sus hijos. “A veces llega y te toca. En nuestro caso, nuestro hijo nos pedía agua llorando, y al no ser algo habitual, este síntoma hizo que se nos activaran las alarmas”. La sala, muy atenta durante toda la sesión, quedó completamente en silencio y se pudo sentir un profundo respeto y admiración ante la experiencia narrada en primera persona por el doctor González Muniesa.

Sin entrar en tecnicismos innecesarios, el profesor explicó cómo ciertos hábitos -como el consumo habitual de productos light o zero- pueden generar efectos inesperados y por qué la personalización es clave en cualquier pauta alimentaria. Las intervenciones de los colegiales y las colegialas dieron paso a una ronda de preguntas más distendida, en la que surgieron temas como la miel, la fruta por la noche y los picos de glucosa.

También hubo espacio para el humor. Entre risas, González comentó que su alumnado se sorprende cuando lo ven en un McDonald’s: “También yo de vez en cuando me doy un capricho”, dijo, provocando complicidad en la sala.

Y la conversación se cerró con una respuesta ingeniosa sobre la alimentación en España. “En Larraona la dieta es mediterránea y poco americanizada”, aseguró, bromeando con que Juan, el director allí presente, no le había pagado por afirmarlo. La tarde concluyó con un aplauso y una foto grupal que cerró un encuentro claro, cercano y participativo, donde la ciencia se entendió desde el sentido común.

Rafting por rio Irati

Rafting en el Irati: una experiencia para conectar y convivir

Comenzar una nueva etapa universitaria puede ser emocionante, pero también supone enfrentarse a un entorno desconocido. Por eso, en el Colegio Mayor Larraona se organizan actividades que ayudan a los colegiales y las colegialas a conocerse y a crear vínculos desde el primer momento. Una de las más esperadas es la salida de rafting por el río Irati, que este año reunió a veteranos y veteranas y estudiantes de primer curso en una jornada llena de diversión, convivencia y trabajo en equipo.

Entre los veteranos que vinieron a acompañar estuvo Francisco Pla, nuestro colegial de Puerto Rico. Un apasionado de las actividades al aire libre, que lidera el club de senderismo de Larraona. Francisco recuerda con entusiasmo la experiencia: “Fue un día precioso. Nos montamos en la balsa, los guías nos explicaron las normas de seguridad y después recorrimos unos seis kilómetros del río”, cuenta. “Hubo risas, cantos, bailes y hasta nos refrescamos en el agua. Una experiencia diez de diez”, dice. Para él, estar juntos y juntas en un espacio tan pequeño como una balsa, te obliga a tener que socializar y, definitivamente, divertirte.

Así, el rafting no es solo una aventura, sino también una oportunidad para estrechar lazos. En un contexto en el que los participantes se ven obligados a colaborar y a conversar se desarrolla una experiencia única. Y Francisco lo tiene claro: “Es un entorno que facilita la conexión. Entre remar, contar chistes y mojar a los demás con el remo, se crea un ambiente natural para conocerse”, explica. “Creo que el colegio eligió una actividad perfecta para romper el hielo”.

Rafting Larraona

El año pasado, Francisco participó en esta actividad como alumno de primer curso. Fue una experiencia que, según cuenta, le ayudó a integrarse rápidamente y a conocer a compañeros y compañeras con los que hoy convive en el colegio. Por eso, cuando surgió la oportunidad de volver este año como veterano, no lo dudó. “Me encanta estar en la naturaleza y conocer gente nueva”, afirma. “Además, como soy el encargado del club de senderismo del colegio, lo vi como una ocasión ideal para dar la bienvenida a los nuevos colegiales”. Esta actividad une las pasiones de Francisco: la amistad y estar en la naturaleza.

Para él, esta actividad tiene un valor añadido: descubrir el entorno natural de Navarra y España, algo que no había podido experimentar en su país de origen. “En Puerto Rico no hay ríos tan grandes para hacer rafting”, cuenta. “Cuando llegué aquí y me llevaron a esta actividad en mi primera semana, me quedé superentusiasmado”.

La salida de rafting refleja el espíritu de Larraona: un lugar donde los colegiales y las colegialas conviven, se acompañan y se apoyan mutuamente. Más que una simple excursión, es un símbolo de lo que significa formar parte de esta comunidad: aprender juntos, compartir experiencias y construir amistades que duran toda la vida.

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Recomendaciones de nuestro colegial cinéfilo, Íñigo Estensoro

Íñigo Estensoro es un cinéfilo. De los de verdad. Su pasión por las películas va más allá de una ida al cine los viernes por la tarde: lo ha llevado a ser uno de los que organiza el club de cine Larraona, donde proyectan películas aclamadas por la crítica, interesantes por su contenido social, psicológico o cultural. Después de ver las películas, los colegiales y las colegialas discuten la historia, dan su opinión sobre los aprendizajes y conversan sobre la importancia del arte en la vida cotidiana.

Con motivo del 73º Festival de Cine de San Sebastián, Íñigo nos comparte una selección muy especial: sus tres películas favoritas. Según él, no nos habla solo de títulos que han marcado su vida, sino de auténticas joyas del cine que cualquier amante de largometrajes debería ver al menos una vez. Con entusiasmo y pasión, el colegial nos cuenta que estas películas le han hecho sentirse identificado, demostrando un profundo conocimiento de los valores que estas películas transmiten.

Club de cine

La primera en su lista fue Goodfellas, dirigida por Martin Scorsese en 1990 y protagonizada por Joe Pesci, Ray Liotta y Robert De Niro. Íñigo la describe como una de las películas más importantes de todos los tiempos, una obra maestra que combina una estética impecable con una historia tan cruda como fascinante. “Es realista, profunda y visualmente impresionante. Muestra valores humanos complejos y te atrapa de principio a fin”, explica. Para él, es un clásico indiscutible de los años noventa, ideal para quienes quieren comprender cómo el cine es capaz de narrar con belleza incluso las historias más duras.

Tras hablar de este primer título, Íñigo se adentra en otro gran clásico del género de gánsteres: Scarface. En concreto, se refiriere a la versión dirigida por Brian De Palma en los años ochenta, “concretamente entre 1982 y 1983” puntualiza. Es protagonizada por el famoso actor Al Pacino. Esta película es una reinterpretación moderna del Scarface original de 1932. Según Íñigo tiene, sin embargo, una fuerza visual y narrativa que la ha convertido en un fenómeno cultural. El colegial destaca que la figura de Tony Montana ha trascendido la pantalla para convertirse en un símbolo universalmente reconocido. “Lo que más me impresiona es cómo muestra las consecuencias de la ambición desmesurada”, comenta. “Aunque la historia se desarrolla en un mundo de crimen y violencia, todos podemos identificarnos, en cierta medida, con esa lucha por alcanzar nuestros sueños y con los peligros que implica perder el control”, explica. Para Íñigo, esta conexión emocional es la clave de por qué Scarface sigue siendo tan vigente hoy en día.

El colegial reserva su mayor admiración para El Padrino, “es una trilogía dirigida por Francis Ford Coppola que marcó un antes y un después en la historia del cine” dice. Íñigo cuenta que la película se estrenó en 1972 y, pese a tener más de medio siglo, sigue siendo una obra actual en su esencia y estilo. El colegial la describe como una saga profundamente filosófica que explora si el fin justifica los medios. Además, resalta la calidad de sus interpretaciones, deteniéndose especialmente en el papel de Marlon Brando, a quien considera protagonista de una de las actuaciones más emblemáticas jamás vistas. “Es perfecta, simplemente perfecta”, afirma con convicción.

Para Íñigo, El Padrino no solo es una lección de cine, sino también de vida, un ejemplo de cómo el arte puede ayudarnos a reflexionar sobre la familia, el poder y la moral. Son estas ideas sobre el cine las que le mueven a Íñigo a implicarse en el club de cine en Larraona. Ahí nos deja una invitación abierta a redescubrir clásicos que, más allá de su fama, siguen ofreciendo mensajes profundos y universales.

Padres despidiéndose de sus hijos

Un nuevo capítulo: la llegada de colegiales y colegialas 2025

El día de bienvenida ha llegado y más de doscientos estudiantes cruzan la puerta de su nuevo hogar. En los pasillos se encuentran miradas curiosas y saludos tímidos, que pronto se vuelven conversaciones naturales. «¿De dónde eres?», «¿Qué vas a estudiar?», «¿En qué planta estás?». Preguntas que se repiten mientras comienzan a formarse vínculos que, sin saberlo aún, marcarán toda una vida.

Se descubren por primera vez las instalaciones: la habitación, el comedor, las salas de estudio. Espacios que dejan de ser extraños para convertirse en parte de la rutina. Entre el bullicio también hay silencios cargados de emoción: estudiantes que, con una mezcla de nervios y entusiasmo, se despiden de sus familias con una mirada cómplice. Esa que dice «comienza la aventura», aunque sientan un nudo en la garganta.

Las familias, mientras cargan las últimas maletas, intentan soltar amarras, aunque les cueste. Se marchan con la tranquilidad de saber que Larraona será más que un lugar para dormir: será un hogar donde crecer y compartir en comunidad.

Madre en recepción

Una mañana de nervios

A las 10:00 h comienzan a llegar los nuevos colegiales y colegialas. Miradas atentas y pasos inseguros les guían hasta la recepción. Allí, se organizan por carreras, conocen al equipo directivo, reciben sus llaves y dan los primeros pasos en su nueva casa. Poco a poco, las habitaciones se llenan de vida mientras se deshacen las maletas y se acomodan, apropiándose de un espacio que pronto compartirán con amistades y experiencias inolvidables.

Por la tarde, a las 17:00 h, el equipo de Larraona ofrece una cálida bienvenida a estudiantes y familias. Se habla de lo que significa vivir en comunidad, de las normas que facilitan la convivencia y de las actividades que completan la formación universitaria. Es un momento de cercanía, de esa confianza que permite a las familias sentir que dejan a sus seres más preciados en un lugar donde la libertad, el respeto y la amabilidad se cuidan con esmero.

Café de despedida

Después llega el café de despedida, un espacio tranquilo pero emotivo en el que familias, colegiales y colegialas veteranos y personal directivo comparten recuerdos y experiencias. Entre sonrisas y conversaciones, las familias dan el último adiós, convencidos de que sus hijos e hijas comienzan una etapa de aprendizaje y crecimiento personal. La convivencia, esencia de la vida colegial, se nota en cada gesto de acogida y en cada palabra compartida.

Libertad y convivencia

Al anochecer, los veteranos y veteranas organizan juegos para que las personas recién llegadas rompan el hielo y empiecen a conocerse. Es un tiempo de diversión, de primeras complicidades y de sembrar amistades que crecerán durante el curso. Entre risas y cercanía, el primer día en el Colegio Mayor Larraona termina con la certeza de que la vida universitaria se disfruta más cuando se comparte en un ambiente de respeto y amistad.

Familia en día de llegada

El miércoles pasado recibimos a nuestros nuevos colegiales y colegialas. Sabemos que este día no habría sido igual sin las familias que se acercan hasta Larraona para acompañar este momento tan especial. Vuestra presencia y apoyo dan aún más sentido a la acogida y refuerzan el vínculo de confianza que nos une.

Animamos a los nuevos colegiales y colegialas a seguir participando con ánimo en la vida del Colegio Mayor. Ya tenemos historias del fin de semana que queremos contaros.

Aquí encontrarán un espacio abierto y cercano, donde crecer en libertad y compartir con amabilidad cada paso de esta nueva etapa

Voluntariado Brasil

Verano con propósito: el testimonio de Amelia Wefer Moltedo

Desde su primer año de carrera, Amelia Wefer Moltedo forma parte de la familia del Colegio Mayor Larraona. Llegó a Pamplona después de haber vivido una experiencia de voluntariado en Roma con una idea clara: no buscaba solo un lugar donde dormir, sino un hogar que le ofreciera acompañamiento humano y espiritual. Y lo encontró. “Jesús es mi lugar seguro, especialmente en los momentos de dificultad o soledad», declara. «Saber que podía acudir a Él tan fácilmente en la capilla del Colegio Mayor fue una de las cosas que más me ayudó a decidir”. En Larraona, descubrió una comunidad donde sentirse en casa, un espacio donde crecer, compartir y vivir su fe con autenticidad.

Estudia Psicología, una carrera que eligió porque sentía que le daba la posibilidad de trabajar en distintas áreas y que le permite vivir su deseo de ayudar a los demás “con fundamento”, como dice ella. Ese deseo también se cultiva día a día en Larraona, donde ha encontrado amistades profundas, como Alba, que, según Amelia, es “uno de los mayores regalos que me ha dado Larraona. La conocí la primera semana en el colegio mayor. Desde entonces me ha acompañado en todas mis aventuras”.

Estudiantes en Brasil

Además, ha participado en proyectos compartidos y ha encontrado mucho espacio para crear: desde clubes y catas de jamón hasta el coro de misa de Navidad. Cada experiencia suma en un entorno que impulsa acompaña y hace posible que todo eso suceda.

“El colegio mayor me ha regalado tiempo: para pensar, para estudiar, y para aprovechar al máximo todo lo que la vida universitaria me ofrece”, cuenta. Con energía y compromiso, Amelia ha hecho de Larraona su hogar y su base para seguir soñando en grande.

Y sus ganas de crecer están presentes no solo durante el curso académico. Este verano, Amelia viajó junto a su mejor amiga Alba, a São Paulo. La idea era conocer el país, porque allí vive su novio con su familia. Pero un paseo tranquilo no les bastaba: “las dos somos personas muy inquietas, y el simple turismo no era lo que buscábamos. Queríamos hacer algo con sentido”. Por eso, se involucraron en varias actividades con el ECYD de São Paulo, un grupo católico de adolescentes vinculado al movimiento Regnum Christi.

Amigas en voluntariado

Aprovecharon lo aprendido en la universidad para preparar sesiones sobre liderazgo y gestión de conflictos. Lo desarrollaron con la ayuda de Magaly Marrodán, la subdirectora de Larraona, quien las ayudó a preparar el contenido de las sesiones. También participaron en misiones por la fiesta del Corpus Christi, visitando favelas y acompañando a las familias. “Sobre todo, acompañamos a los adolescentes del grupo en su propio camino de entrega a esa comunidad”.

Más tarde, en un campamento con niños de 7 a 17 años, se encargaron de la organización, la animación y el apoyo a los monitores. “No era un campamento cualquiera: la diversión no era el objetivo principal, sino la formación humana y espiritual”, describe. Lo que más la marcó fue ver a tantos jóvenes entregarse con alegría, no por obligación, sino por vocación.

Voluntariado católico

El choque cultural más grande fue el idioma: “Empezamos sin entender casi nada, y poco a poco fuimos comunicándonos mejor”, cuenta. Esa convivencia diaria, tan intensa, la hizo crecer. Aunque su familia, venezolana y de origen italiano, ya le había enseñado a moverse entre culturas, esta vez fue distinto: “aprender desde dentro –no como turista sino formando parte de una comunidad– ha sido un regalo que me ha hecho crecer mucho”, dice.

Y sí, también hubo sorpresas inesperadas: “¡nunca antes había probado el corazón de gallina!”, cuenta entre risas.

Un día especialmente duro, quedarse en la cama unos minutos más le hizo ver algo profundo: su ejemplo contaba más de lo que imaginaba. Entendió que los demás la empezaron a imitar, y que su comportamiento era ejemplar. “Mi papel no era simplemente estar allí, sino formar a las formadoras”, explica.

Colegialas en Brasil

“Esta experiencia me ha hecho enamorarme aún más de la etapa de la preadolescencia y la adolescencia”, comenta “aunque a muchos les intimida esta edad”. Hoy tiene claro que quiere poner su formación al servicio de quienes están creciendo y aprendiendo a ser ellos mismos.

¿Y ahora? “Mi plan es no tener plan… aunque eso sí, a ver si este verano por fin logro sacarme el carnet de conducir. ¡Deseadme suerte!”.

Le deseamos mucha suerte y ánimo durante esta última etapa de verano y esperamos volver a verla pronto, cuando empiece el año académico.