El pasado 15 de marzo tuvo lugar la tradicional Javierada, la peregrinación anual al Castillo de Javier en honor a San Francisco Javier, patrono de Navarra. Desde el Colegio Mayor, un grupo de 35 colegiales y colegialas se unió a los más de 15.000 peregrinos que recorrieron el camino. Para la mayoría era su primera vez, convirtiéndose en una experiencia interesante y divertida. Como es costumbre, no faltó algún imprevisto que hizo de la caminata toda una aventura.
El autobús partió a las 10 de la mañana, dejando a nuestro grupo de estudiantes listo para recorrer los 23 kilómetros que los separaban del Castillo. Hablamos con Alejandro García González, vallisoletano estudiante de primero de Química en la Universidad de Navarra. Ha sido la primera vez que hace la Javierada, pero seguro que no la última. “La verdad es que no iba con ninguna expectativa, no sabía qué me iba a encontrar. Me apetecía el plan de hacer una peregrinación con mis amigos del colegio mayor”, cuenta.
Lo que Alejandro no se esperaba es que iba a caminar junto a 15 mil peregrinos que también iban rumbo a Javier: “Me sorprendió la cantidad de gente que la hace. En el camino nos encontramos a mucha gente, pero no me esperaba llegar a Javier y ver que casi no cabíamos, no imaginaba que tuviese tanta convocatoria”.
Para la vuelta cogieron el mismo bus que les había dejado a la ida y se volvieron al Colegio Mayor, a descansar y comentar con los demás el gran día que habían pasado. Le preguntamos a Alejandro si se vería capaz de hacer la Javierada entera, desde el Colegio Mayor (55km) y esto es lo que nos responde: “Por ahora la verdad es que no la haría entera, 23 kilómetros son más que suficientes, lo justo y necesario”. ¡Ya veremos el año que viene!
Una peregrinación con altibajos
Como hemos dicho, la caminata colegial tuvo sus momentos de bajón y sus momentos de euforia. Empezaron “cantando y con música, muy motivados, pero conforme avanzábamos, íbamos notando los kilómetros y el ambiente decaía”. Dos colegialas tuvieron que recurrir al coche escoba del colegio mayor, una debido a un percance en el pie y la otra, por un bajón de azúcar, sin embargo, pudieron llegar a Javier y esperar a sus compañeros ahí, que llegaron al Castillo sobre las 15.30, lo que les dio un margen para descansar las piernas antes de la misa con arzobispo de Pamplona, Mons. Florencio Roselló, que comenzaba a las 17.00 de la tarde.
Un plan para conectar
Además del reto físico, la Javierada resultó ser una experiencia de convivencia y crecimiento personal: “La verdad es que ha sido un plan que nos ha unido mucho a todos los que fuimos, al fin y al cabo, son horas y horas los mismos andando, así que te da para muchas conversaciones guays. También pienso que ayuda a crecer espiritualmente, a estar más cerca de Jesús”, comparte Alejandro.