La lección magistral del día de Becas fue impartida por Jesús Zorrilla Ruiz, doctor en Filosofía y Letras, profesor en la Universidad de Navarra y actualmente gerente de comunicación en Volkswagen Navarra. El antiguo colegial y decano, becado honoríficamente este curso, estuvo en el Colegio Mayor Larraona durante sus estudios de Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra (1979-1984).
Contactamos con él en 2020 para que fuera el ponente de las becas de ese curso, pero debido a la pandemia, hemos tenido que esperar hasta este año para becar a los colegiales de 2021-2022 y de los cursos pasados (2019-2020 y 2020-2021). En medio, en noviembre de 2020, Jesús Zorrilla vino a dar una charla sobre imagen personal a los colegiales. Ya entonces coincidió con el hijo de un compañero antiguo colegial, Borja Rodríguez Manzano, que fue quien condujo la ceremonia el pasado 2 de abril. Una historia de reencuentros, de muchos recuerdos, que se producen inevitablemente al volver a un lugar considerado una casa. Así comenzó el discurso de Zorrilla:
“No recuerdo la fecha exacta. Pero sería un día cualquiera de septiembre de 1980. Llegué al Colegio Mayor Larraona como imagino que llegamos todos: con una mezcla de despiste descomunal e ilusión incontrolable por la salida definitiva del nido. Me imagino que la primera persona a la que vi fue a Tere o a Mariángeles en la recepción. Sí recuerdo los saludos protocolarios entre el entonces director del colegio, mis padres y yo. Y la primera entrada a la habitación 241 en la que estuve todos los años de la carrera. También recuerdo, y en este caso con mucha nitidez, que tras la despedida de mis padres salí a dar un paseo hasta el centro de Pamplona. Pío XII se parecía más a un camino de cabras que a la avenida que conocéis”.
Una época que puede parecer lejana para los colegiales de ahora, así como lo son los acontecimientos que se produjeron en aquel entonces a nivel internacional. Sin embargo, volviendo la vista atrás y mirando a la actualidad, hay circunstancias que no se llevan tanto: “Antes fue la guerra de Irak, ahora es la de Ucrania; antes fue Chernobil, ahora es Fukushima; antes fue el Nevado del Ruiz, ahora es Cumbre Vieja; antes fue la dictadura de Pinochet, ahora es la de Maduro…”, señaló. “Pero hay algo que os aseguro que no ha cambiado en absoluto desde que el mundo es mundo. Es la búsqueda del sentido de la vida. Miles de millones de personas se han hecho y se siguen haciendo las tres viejas preguntas de siempre: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?”
El ponente habló del relativismo que impera en la sociedad e incluso la falta de interés por el planteamiento de estas cuestiones más profundas: “Os debéis formular esas preguntas para que vuestras acciones respondan a unplan de vida coherente. Porque, como decía el filósofo, dramaturgo y crítico francés Gabriel Marcel: ‘Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive’. Y creo que no hace falta que os diga lo peligroso que es autojustificarse para no ver lo que no se quiere ver. O, dicho de otra manera, pocas cosas hay más peligrosas que acertar por la razón equivocada. Porque el aprendizaje es negativo”.
Incidió en el valor del esfuerzo, más que en el resultado, apoyado en el famoso poema de Antonio Machado, Caminante no hay camino: “En ese caminar del que hablaba Antonio Machado no todo vale. En contra de lo que pensaba Maquiavelo, el fin no justifica los medios. Aunque no seáis creyentes, recordad, en cualquier caso, lo que dijo san Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978, al iniciar su pontificado, dirigiéndose a los jóvenes: ‘No tengáis miedo’. Y, si sois creyentes, recordad que tras esa frase añadió con voz firme: ‘¡Abrid las puertas a Jesucristo!’”.
Zorrilla terminó citando a Aristóteles, animando a los jóvenes a leer al filósofo como ayuda para para responder al quién soy, de dónde vengo y dónde voy: “’La verdadera felicidad consiste en hacer el bien’. Que seáis felices. Hoy y el resto de vuestra vida”.
Hay cosas que nunca se olvidan. Aquellos lugares donde fuimos felices y, sobre todo, las personas que nos acompañaban. Lo sabe bien Pablo Vega Panedas, antiguo colegial de Larraona y amigo nuestro ya para siempre. Cuando le preguntamos cuáles son sus mejores recuerdos de aquí, responde sin dudarlo: “Cuando nos juntábamos todos en las cenas de Navidad. También las celebraciones de la primera semana, cuando recibíamos a los nuevos colegiales. Siempre se les recibía con cariño, con los brazos abiertos. Se les intentaba integrar.”
Vínculos que no se pierden
Pablo dejó Palencia para venir a Larraona en septiembre de 2008, dispuesto a comenzar sus estudios de Periodismo en la Universidad de Navarra (2008-2012). “Me junté con gente de la carrera, de Periodismo y Comunicación Audiovisual, un grupillo bastante majo de gente, y con los que entraron nuevos ese año”, cuenta. Aun sin considerarse una persona especialmente sociable, señala que siempre se sintió bien en el Colegio Mayor.
“Personalmente, me vino muy bien convivir con gente de otras especialidades y provincias de España: Asturias, Galicia, Aragón, País Vasco, Andalucía… ¡De todos los lados! Me sirvió para abrirme y hacer un esfuerzo de convivencia, de estar en contacto con otras realidades. Fue una experiencia muy bonita, uno se siente realizado”, señala.
Ese grupo de compañeros se convirtió en amigos, y no de cualquier tipo. “Yo me sigo llevando ahora con ellos. Había gente estupenda, empezando por la dirección, los de secretaría, los de recepción, los de la limpieza… Hay que aprovechar para establecer vínculos que te acompañen en la vida de adulto, en Larraona se hacen amigos para toda la vida. ”
El plus: mucho más por descubrir
Pablo describe esta época como muy completa. “Te dejaban libertad para poder expresarte y entrar en las dinámicas de grupo según tus afinidades. Organizábamos charlas, conferencias… Había vidilla en el Colegio Mayor, y eso es lo que se valora”.
Como colegial, contribuyó a crear ese ambiente, apoyando que vinieran invitados del mundo de la comunicación y de la política. Por ejemplo, en marzo de 2011, organizó junto a Carlos Larroy e Íñigo Gómez Zubeldía un ciclo de conferencias para dar voz a las minorías nacionales, con invitados como Gaspar Llamazares (IU) o Rosa Díez (UPyD). También recuerda a Antonio Basagoiti (PP), Patxi Zabaleta (Nafarroa Bai)… “Intentábamos aumentar la pluralidad, que vinieran personas de todo el arco parlamentario, a nivel local y nacional”.
Pablo recuerda la sensación de estar pendiente y sentirse responsable, del momento en que se llenaba el Salón de Actos y aparecía el invitado. “Es una época en la que todavía estás saliendo del cascarón. Hasta los dieciocho años vives en un entorno más cercano, aquí tienes el vértigo de sentirte más responsable. No te van a estar vigilando, eso te permite madurar ciertos comportamientos y darte cuenta de que no estás tú solo en el mundo. Estás en contacto con la vida social, no solo estás encerrado en las carreras y preocupaciones. El Colegio Mayor te ayuda a darte cuenta de que no todo empieza y acaba en tus cosas. Hay mucho más por descubrir.”
Como que una sala usada para almacenar trastos viejos puede convertirse en una estupenda mediateca. “Los que estábamos en esa época hicimos una propuesta para mejorar la sala. Organizamos los vinilos y pedimos una tele de plasma para poder ver películas”. Dieron buen uso al nuevo espacio, a la que acudían a escuchar música y, en el caso de Pablo, a “los más grandes”: “El rock de los 60-70, muchos clásicos de esa época: David Bowie, Dylan, los Beatles…”, lista.
Acompañamiento, la clave también en lo profesional
Pablo explica que se organizaba con tiempo para el tema de los apuntes, repartiendo el trabajo entre los compañeros. Y asegura que le fue bien. “Entre varios hacíamos un esfuerzo para estudiar cooperativamente. Trabajábamos en equipo y nos iba mejor. También venía gente de fuera de Larraona a estar con nosotros”. Se reunían en una de las salas de estudio de abajo para hacer las tareas y preparar bien los exámenes. “Es mejor ir con tiempo, más tranquilo, así vas poco a poco interiorizando las cosas”.
Cuando acabó Periodismo, Pablo realizó el máster de la Universidad de Navarra en Comunicación Corporativa, y después de trabajar en el mundo de la comunicación, actualmente se dedica a la docencia en Palencia, dando clases a estudiantes de ESO y FP. Intenta guiar a estos jóvenes, que atraviesan una etapa importante. “Viven cambios y transformaciones a nivel intelectual, físico y emocional. Hay que guiarles en eso. Uno intenta hacer de mentor, de figura de referencia, para que ellos vayan descubriendo su propio camino”.
Él encontró el suyo poco a poco, en el marco de un proceso de maduración personal.
“Desde el principio vas a la universidad con una idea preconcebida. Y vas encontrando a gente que te va marcando, influenciando, si eres un poco abierto. Cuanta más gente te acompaña y te ayude, mejor te darás cuenta de lo que eres capaz de hacer”.
Por eso recomienda socializar lo máximo posible y estar abierto a buscar alternativas. “Igual tienes una idea y en la práctica no te funciona. Cuando tienes dieciocho años y te pones a hacer una carrera, piensas que va a ser la carrera de tu vida, pero quizás tienes que estar abierto a hacer algo más: otra carrera, un máster, unas oposiciones… Hay que seguir formándosetodos los días. Eso a nivel profesional se valora mucho”.
Hay momentos para todo, lo importante es saber aprovecharlos, por eso anima a exprimir al máximo la experiencia a todos los colegiales actuales, y a no preocuparse con lo que venga. “El camino es largo y está lleno de oportunidades. Que disfruten a tope de la experiencia, del momento, de lo que se puede sacar del estudio, del Colegio Mayor y de la gente que lo forma. El futuro no está escrito, no hay que angustiarse por eso”.
Nuestra experiencia es que los colegiales siempre vuelven. A saludarnos, a recordar buenos tiempos, y a compartir con nosotros su experiencia. Y no solo en forma de Think&Beers. El primer martes de noviembre nuestros colegiales tuvieron un taller práctico de primeros auxilios y RCP (Reanimación Cardiopulmonar) impartido por los antiguos colegiales Luis Gómez Rodríguez y Alberto de Juana, de la asociación EqÜES (Equipo de Urgencias y Emergencias Sanitarias). Alberto está en 6º de Farmacia y nos cuenta cómo fue el taller. “Estamos varios antiguos colegiales en la junta directiva y queríamos ofrecer esta formación enriquecedora a un centro que nos ha aportado tantísimo”, señala.
Enseñando a salvar vidas
EqÜES nació en febrero de 2016 de la mano de tres estudiantes de Medicina: Raquel García, Inés Zugasti y Rebecca Peña, que por entonces estaban en 2º de carrera. Un año más tarde, en 2017, se incorporaba Alberto, atraído por las formaciones que daban y por la premisa de que todo el mundo tiene derecho y debería tener unos conocimientos mínimos sobre primeros auxilios.
“Se dieron cuenta de que la primera causa de mortalidad en España son los accidentes cardiovasculares, y la segunda, los cerebrovasculares”, explica el antiguo colegial. “El tiempo es vital. En estos casos, un retraso de 10 o 15 min en la actuación puede suponer la muerte. Por eso pensamos que, si más o menos todo el mundo tuviera una base sobre cómo actuar, podríamos darle la vuelta a la situación”.
Empezaron a dar charlas en colegios e institutos y se constituyeron como asociación. Han impartido formaciones en multitud de centros educativos en Navarra (centros de Formación FP, cursos CAP) y, recientemente, también en La Rioja y Barcelona. En 2019 ganaron el premio ABC de salud en la categoría de voluntariado universitario. Gracias a una subvención, ese verano pudieron viajar hasta Abancay, Perú, en colaboración con Tantaka, el servicio de voluntariado de la Universidad de Navarra.
“Por desgracia, la educación sanitaria en otros países no tiene nada que ver con la nuestra”, comenta Alberto. Ayudaron en hospitales y formaron a policías y bomberos, entre otros. “Fue una locura.Formamos a más de 10.000 personas. Pudimos realizar una gran labor”, declara.
La aportación de la Farmacia
Alberto fue el primer farmacéutico en ser parte de EqÜES, proporcionando un punto de vista más centrado en la farmacología y en sustancias como las drogas.
“En clase vimos el último ESTUDES, una encuesta sobre el uso de drogas que realizan cada dos años en alumnos de secundaria de España. Es alucinante la cantidad de menores que consumen, y cada año va en aumento”. El estudiante alerta de que muchos problemas como enfermedades mentales o comportamientos delictivos se podrían prevenir si se evitase el consumo de drogas.
“Nuestros actos tienen consecuencias más allá de nosotros mismos. Se podría mejorar la calidad de vida de los jóvenes que consumen y de sus familias, porque no solo brinda infelicidad para ellos, su familia y entorno también queda afectado. Es una realidad un poco dura, pero a la que es necesario enfrentarse”.
Alberto ha decidido hacerlo impartiendo formación específica sobre estos temas en centros educativos como institutos y centros de FP, para fomentar entre los estudiantes el pensamiento crítico y aportar información veraz sobre esta cuestión. “Han tenido muy buena aceptación. Incluso ha habido personas que pasado un tiempo nos han dado las gracias, porque han podido decir que no a las drogas y se han dado cuenta de cómo han afectado a sus compañeros”, cuenta.
De vuelta en Larraona
El taller sobre primeros auxilios en el Colegio Mayor incluyó diferentes ejercicios de inmovilización, reanimación, etc., que los colegiales que participaron pudieron practicar. Acudieron más de una decena de ellos, entre los que se encontraba el decano, Javier Calvo, que conocía a Alberto.
“Cuando entré en Larraona, además de hacer mi grupo de amigos, entablé mucha relación con mis veteranos de Farmacia y con estudiantes de Medicina”, explica. “Los veteranos me acogieron desde el primer momento, como a un cachorro. Ahora me sigo llevando con ellos. Son amistades muy arraigadas, que con suerte, espero conservar toda la vida”, confiesa.
Llegado desde un pueblo de Huelva, “en la otra punta de España”, Alberto comenzó su vida universitaria con los miedos y la ilusión de quien empieza de cero. “Cuando llegué a Larraona me sentí en casa desde el primer instante. El ambiente familiar, las actividades… Me pareció una maravilla. Recuerdo con cariño ese año, me marcó bastante”, concluye.
Queremos agradecer a la asociación EqÜES su labor, y aprovechamos para recordar y animar a todos nuestros antiguos colegiales a visitar la que fue y seguirá siendo su casa.
Carlos Larroy es periodista, comunicador, antiguo colegial de Larraona y, sobre todo, un gran amigo. De la promoción de Periodismo de 2012, vino de Aragón para estudiar en la Universidad de Navarra y estuvo con nosotros de 2009 a 2012. Nos visita cada vez que pasa por Pamplona. Como ahora esto no es posible, hemos querido hablar con él y compartir con vosotros su testimonio. Nos cuenta su labor en la asociación Aspanoa, sus impresiones sobre este año, sus recuerdos del Colegio Mayor y más.
Apoyando a los afectados por el cáncer infantil
Actualmente trabaja como Director de comunicación en Aspanoa, la asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón (la homóloga de la navarra Adano). En España existen veintiún asociaciones de este tipo, que son independientes, pero trabajan en coordinación para atender a los niños con cáncer y sus familias e impulsar la investigación contra el cáncer infantil en España.
Carlos dirige la estrategia e implementa las acciones de comunicación y marketing: “Me ocupo del contacto con los medios, las redes sociales, la comunicación interna, el marketing… Mi objetivo es que la labor de Aspanoa se vea y se conozcacada vez más. También organizamos eventos y trabajo en la captación de fondos”.
Estudió Periodismo porque quería trabajar en un periódico, y cuando acabó la carrera trabajó tres años en el Heraldo de Aragón. Después se fue a Madrid y estuvo colaborando con distintos medios de comunicación nacionales. Cuenta que conocía a Aspanoa porque había participado en alguna actividad y surgió una oportunidad.
“Estoy muy contento. La gente que trabaja aquí es maravillosa y es una labor que me llena mucho. Aunque no estoy en contacto con los niños de manera habitual sí que los veo en alguna excursión, actividad o campaña que realizamos y les cojo mucho cariño. Es un trabajo muy bonito, pero también muy duro. Pensar que siguen muriendo niños por esta enfermedad te cambia la perspectiva de la vida”.
Reinventarse para continuar
Reconoce que los últimos meses han sido complicados, al tratar con personas que son de riesgo. “Pese a que los niños parece que lo pasan sin problemas, en este caso puede ser peligroso. Ha habido que convertir la planta de Oncopediatría del Hospital Miguel Servet (único centro con esta especialidad en Aragón) en una especie de burbuja para evitar que entre el virus. Por supuesto, el equipo de profesionales de Aspanoa, como los psicólogos, trabajadores sociales, musicoterapeutas o fisioterapeutas, asisten presencialmente a los niños y familiares. Pero los voluntarios no pueden ir y deben conectarse con ellos de forma telemática. Acuden a nuestra sede y desde ahí hacen una videollamada con los niños. Normalmente sus padres les dejan un móvil o Tablet, y si no tienen, les prestamos nosotros un dispositivo. Como todos, tengo ganas de que poco a poco volvamos a la normalidad. A nivel de voluntariado el cambio en esta planta ha sido como la noche y el día. Visitas de los cabezudos, de los reyes magos, talleres de magia… Todo este tipo de cosas han tenido que posponerse. Aunque es una planta dura también es alegre, gracias a los profesionales y a los voluntarios de Aspanoa”.
A pesar de las circunstancias, siguen realizando su labor de apoyo psicológico y social a los pacientes y sus familiares y siguen prestando servicios como el piso de acogida, para las familias de otras partes de Aragón que deben trasladarse a Zaragoza para recibir tratamiento.
“Lo importante es que seguimos atendiendo a los niños y familias. Lo que no se puede hacer son mercadillos o carreras para recaudar fondos, porque implican grandes aglomeraciones. Hay que reinventarse para seguir fomentando la investigación y sosteniendo nuestra labor. Es un trabajo arduo. Ahora hemos abierto un comercio electrónico con algo de merchandising y también hemos realizado una campaña para que las empresas puedan hacerse socias. Esta situación te da posibilidades de innovar. Esa es una de las pocas cosas buenas de la pandemia, que ha acelerado la digitalización y otros procesos de transformación dentro de las organizaciones”.
Con sus cosas buenas y malas, se puede decir que 2020 ha sido un año inesperado para todos. “El confinamiento lo vi como algo de película, no te lo podías imaginar. Por un lado, pensaba que de él íbamos a salir más solidarios, pero por otro, tengo mis dudas de que se vaya a conseguir. Hay gente que puede que cambie y gente que no. Basta con salir a la calle para verlo. Ahora lo importante es que la gente se vacune y que sea responsable estas navidades”.
Muchos (y buenos) recuerdos
“Del Mayor solo puedo decir cosas buenas. Fui súper feliz”, comienza explicando. Durante el primer año de carrera estuvo viviendo en un piso con otros estudiantes, pero no terminó de disfrutar de la experiencia, así que se cambió al Colegio Mayor Larraona. Se quedó con nosotros hasta cuarto de Periodismo, el último año de lo que entonces era una licenciatura.
A pesar de lo que puede parecer, venir a un Colegio Mayor no le quitó libertades, sino que le ayudó a disfrutarlas. “Es verdad lo de la libertad responsable, me gusta mucho como concepto. En el Mayor tienes completa libertad, dentro de lo lógico, y a los diecisiete o dieciocho años eso es muy chulo. Maduras rápidamente, pasas a ser casi un adulto. De ti depende invertir el tiempo de una forma u otra”.
Carlos, entre otras cosas, decidió invertirlo en lo que más le gustaba: el periodismo. “Para mí supuso una iniciación periodística. Desde el primer año que estuve en el Mayor organicé, junto con otros dos colegiales, una serie de conferencias con políticos y llenamos el Salón de Actos. Vinieron Rosa Díez (cuando estaba UPyD), Antonio Basagoiti (del PP), Gaspar Llamazares (entonces coordinador general de Izquierda Unida)… Yo me encargaba de moderar y hacer la convocatoria de prensa. Grabábamos las sesiones y en cuanto terminaban, nos encerrábamos en mi habitación para redactar una noticia que enviábamos al Diario de Noticias y se publicaba al día siguiente”.
Pero no solo hizo migas con sus compañeros de profesión. Entre sus amigos de Larraona también se encuentran abogados, médicos o químicos, por ejemplo.
“Desde el principio había gente majísima. Con los del Colegio Mayor era con los que mejor me lo pasaba, con ellos salía de fiesta. Ahora los colegas de esa época tenemos un grupo de WhatsApp. Puedo decir que tengo amigos en todos los pueblos de España. Hay riojanos, andaluces, de Burgos, de Palencia, de Mallorca… Es complicado juntarnos todos, pero de vez en cuando nos vemos unos cuantos”.
Carlos cuenta que se lo pasaban verdaderamente bien. “Siento mucho que a los colegiales actuales les haya tocado ser universitarios en esta época, pero hay otras maneras también de pasarlo bien, además de salir de fiesta. Disfrutar de la experiencia universitaria es mucho más que salir y estudiar”, afirma.
Vida colegial aprovechada
A él le debemos la sala de la mediateca. “Fue una idea mía. Vi que la sala estaba abandonada, con un montón de vinilos, y que nadie sabía lo que había allí. Presenté el proyecto al equipo directivo, les gustó y se reformó: se puso una televisión, se arregló el tocadiscos e hicimos una buena colección de películas. La inauguramos con una botella de champán y una tortilla de patatas”, recuerda divertido. “Para los que nos gusta el cine y la música es una maravilla. Cuando la abrieron nos pegamos una semana entera ahí dentro. Hay auténticas joyas”.
Invita a todos los colegiales a aprovechar “al máximo” la vida universitaria y a hacer vida en el colegio. “Aunque siempre ha habido gente que va más a su bola los animo a hacer mucha vida en el Colegio Mayor. Solo vas a estar en Larraona una vez en la vida y hay que aprovecharlo. De todo el mundo aprendes un montón y te puedes llevar cosas buenas. Que no se queden con los cuatro o cinco amigos de la facultad y con los dos o tres de las comidas. Del Colegio Mayor saldrá gente que luego te irás encontrando en la vida”.
Y no solo os encontraréis, sino que os hará mucha ilusión hablar con ellos, al igual que nos ocurre a nosotros cada vez que nos visitan Carlos y otros antiguos colegiales.
El día 5 de noviembre tuvimos el placer de recibir a Jesús Zorrilla Ruiz, Gerente de Relaciones Externas y Comunicación de Volkswagen Navarra y antiguo colegial de Larraona. Anteriormente fue Director de Comunicación de la Clínica Universidad de Navarra (2005-2014) y lleva más de tres décadas impartiendo clases en la Universidad. Allí realizó sus estudios en Ciencias de Información (1979-1984), y durante ese tiempo estuvo con nosotros, por lo que en cuanto entró –pese a que algunos espacios lucían de manera distinta y las caras habían cambiado– tuvo claro que estaba en casa.
“Compramos por la marca. Porque confiamos en ella”
El invitado comenzó interpelando a la audiencia, que participó activamente durante toda la charla. “¿Quién bebe Coca Cola?” “¿Y cuántos beben Pepsi?” Zorrilla comentó algunos casos en los que las diferencias entre un producto y su competidor son mínimas, para reflejar que la diferencia la hace la marca. Además, recordó que muchas veces compramos por impulsos, que somos irracionales en nuestras decisiones de compra y nos guiamos por nuestra confianza en una marca.
Por eso, cuando se quiere cambiar la percepción del cliente hay que cambiarla. Puso el ejemplo de “Dieselgate”, la crisis que sufrió Volkswagen en 2015, y de cómo han recuperado la confianza del cliente. Pidieron perdón, pagaron las multas, realizaron una renovación interna retirando a los responsables del fraude y se comprometieron en la búsqueda de una movilidad menos contaminante a través de los coches eléctricos. Y, para reflejar todo esto, cambiaron su identidad visual y corporativa.
Posicionados en la mente del consumidor
A raíz de una pregunta realizada por un colegial, el invitado explicó la importancia de posicionarse correctamente en la mente del consumidor, sirviéndose como ejemplo de las distintas marcas del grupo Volkswagen. “La clave es que cada una se dirige a un nicho distinto del mercado y ese posicionamiento debe ser muy claro, para que las personas dentro del público objetivo tengan clara la decisión de compra”, señaló.
También contestó a distintas preguntas que los estudiantes hicieron sobre el grupo Volkswagen, sus competidores y la tendencia del renting en vez de la compra de un coche. “Interesantísimo. Los jóvenes cada vez piensan menos en la adquisición de propiedad y lo que buscan son servicios de movilidad”, subrayó Zorrilla.
Una comunicación permanente
“Lo que hemos estado contando sobre las marcas se traslada a nosotros. Todos estamos constantemente comunicando. Con cómo respondemos al teléfono, cómo vestimos… El mismo Colegio Mayor está comunicando; a través de la decoración de esta sala, del cariño que recibes cuando entras o de las personas que hay aquí dentro”, señaló el ponente. Insistió en que hay que ser conscientes de qué estamos comunicando a los demás, de quién se es y quién se quiere ser, tanto a nivel personal como profesional.
“No os van a contratar por vuestra aptitud –que se da por descontada– sino por vuestra actitud: la honradez, el entusiasmo, las ganas de aprender…”, comentaba. Recordó que lo importante es ser “buena gente” y que no hay dos personas iguales, por tanto, lo que debemos transmitir es nuestra verdad interior, que tenemos que procurar que sea rica y no impostada.
Reencuentros
El organizador del encuentro fue Borja Rodríguez, estudiante de 2º de ADE y miembro del Consejo de Colegiales. “Había contactado con Jesús Zorrilla hacia marzo/ abril para que fuera el ponente del Acto de Becas, pero al final se suspendió por el coronavirus. Hace unos días volví a escribirle para invitarle a realizar un Think&Beer y aceptó encantado”, explica Borja.
“Cuando vino, nos dimos cuenta de que mi padre había estado en Larraona con él. Es muy fuerte. No ha vuelto a ver a mi padre desde que salieron del Colegio Mayor y ahora se encuentra conmigo, que soy su hijo, en el lugar en el que se conocieron”, confiesa. “Le hacía mucha ilusión volver. Esta es su casa. Y a nosotros nos gustó muchísimo tenerle con nosotros”, concluye.
La charla se alargó y continuó más allá del Salón de Actos. Los colegiales aprovecharon para continuar con sus preguntas – “¿Cómo trabajan los influencers?” “¿Eso también es marca personal, no?”– y otras curiosidades que Jesús Zorrilla satisfizo.
Desde el Colegio Mayor le agradecemos enormemente su visita y recordamos a toda nuestra comunidad de antiguos colegiales que tienen las puertas abiertas de la que siempre será su casa.
Carlos Pérez Zamora es antiguo colegial del Colegio Mayor Larraona. Tuvimos la suerte de tenerlo con nosotros los dos primeros años (2010-2012) del grado de Periodismo que estudió en la Universidad de Navarra. Desde pequeño es un apasionado de los deportes y de la Historia y, tras varios años en Estados Unidos, actualmente trabaja en Madrid, como Community Manager y Creador de Contenido para Olympic Channel, el canal oficial de los Juegos Olímpicos. Fútbol, béisbol, voleibol, tenis… No hay deporte que se le escape.
Olympic Channel, el “Netflix” de los deportes
“Ahora mismo me dedico a crear contenido para las redes sociales de los Juegos Olímpicos, con toda la cantidad de deportes que abarcan. Eso me da mucho dinamismo: hoy hablo sobre béisbol, mañana sobre judo… Estoy muy contento, este es mi tercer año. Los anteriores tres los pasé en Estados Unidos. En principio me fui para un mes en prácticas, pero ese mes se convirtió en tres años. Trabajé en la sección de deporte de dos periódicos y también en secciones generalista”, comenta.
Aunque los JJ.OO. de 2020 se han aplazado a 2021, el periodista se muestra optimista: “Yo pienso que se van a celebrar los Juegos Olímpicos. Ya se han completado las temporadas de baloncesto, de hockey y de béisbol en Estados Unidos, la Liga de fútbol de España también se ha reanudado…. Han tenido todo este año de aprendizaje y seguro que han tomado nota de los aforos y protocolos, e implementarán las medidas pertinentes para que se pueda realizar”, subraya.
Se celebren o no, Carlos seguirá informando sobre los deportes y jugadores olímpicos. “Mi labor es mantener el interés olímpico en el espacio en el que no se celebran Juegos, que es cada cuatro años, ya sean los de invierno o los de verano. Para ello, el Canal Olímpico está concebido para ser una especie de Netflix de los deportes. Hay reportajes sobre todas las disciplinas, es fascinante. Algunos incluyen contenido extradeportivo como cómo influyó el Apartheid en los deportistas sudafricanos. No hace falta ser un friki del deporte para disfrutar del Canal Olímpico. ¡Además es gratis!”, señala.
Un libro con mucho gancho
Desde hace 5 años Carlos practica el boxeo, un deporte “muy sufrido, pero que esconde una gran belleza”. Acaba de escribir “Combates para la historia”, un libro sobre la historia del pugilismo desde finales del siglo XIX hasta el día de hoy.
“El proyecto surgió a finales del año pasado. Quería buscar un libro de boxeo, pero no encontré el que quería leer. En boxeo hay mucha crónica, biografía, novela… Están muy bien escritas, pero no hay una historia desde el principio hasta ahora. No en español, y lo que hay en inglés está muy desactualizado. Me he pasado todo el año documentándome y organizando la información para redactar el libro. Este verano, buscando editoriales con las que publicar la obra, di con Libros.com. Desde el primer momento les pareció bien y acabamos de arrancar con la campaña de crowdfunding”, explica Carlos. Esta editorial se basa en un sistema de micromecenazgo, por el que cualquier persona puede colaborar en la financiación del proyecto y recibe a cambio de un ejemplar del libro y alguna otra recompensa.
“Creo que el libro tiene mucho potencial, porque no hay ninguno así. Está contado de manera inédita. La historia del boxeo puede llegar a ser caótica, se suele dar por sentada mucha información y a menudo se deja de lado el contexto deportivo y social del deporte. En el libro no solo repaso las batallas, también explico las conexiones que ha habido con la mafia, los problemas de racismo que han tenido algunos boxeadores… Explico cómo pasa de ser un pasatiempo ilegal en los bares de Reino Unido a convertirse en el deporte que es hoy. Lo aderezo con muchas historias y con folclore, así que no hace falta ser un entendido del boxeo para leerlo. La idea es que lo comprendan incluso los novatos”, aclara. Carlos reconoce que le llama mucho la atención la historia que hay detrás de cada boxeador. “El boxeo no es un juego como puede ser el fútbol. Es un deporte en el que el que pierde sufre, y el que gana, también. Hay boxeadores que tienen historias tremendas. Pero hay mucha belleza detrás”, reflexiona.
Quedan 19 días para que la campaña finalice y ya ha conseguido el 61% de la financiación que necesita, los 5.500€ que le permitirán publicar el libro, lo que demuestra que su obra suscita interés. En el caso de que pasado el plazo la campaña no recaude el objetivo fijado, se devuelve el dinero a todos los que hayan contribuido.
“Estoy buscando todo el apoyo posible para que pueda salir adelante y de momento está teniendo muy buena acogida. Los primeros días lo promocioné entre la gente cercana y después entre los círculos más especializados”, aclara el autor. “Me ha hecho mucha ilusión que algunos antiguos colegiales de Larraona me hayan dejado algún comentario positivo. Con algunos de ellos sigo en contacto, pero, por supuesto, hay otros con los que no, y ahí está la gracia. Ha sido muy bonito”, confiesa.
Muy buenos recuerdos
Carlos asegura guardar muy buenos recuerdos de su etapa en el Colegio Mayor Larraona. “Yo venía de un pueblo muy pequeño de Murcia, Fortuna, con 10.000 habitantes. Allí todo el mundo se conocía. Así que llegar a Pamplona, aunque tampoco sea una ciudad muy grande, supuso para mí una salida al mundo exterior. Siempre había pensado que era muy sociable, pero cuando llegué me llamó la atención el hecho de estar rodeado de 200 personas que no conocía. Enseguida me fui integrando e hice muchos amigos. Mantengo el contacto con muchos de ellos”, afirma. “Hay muy buen ambiente. ¡Buenísimo! Me sentí súper bien tratado. Recuerdo con mucho cariño al entonces director Félix Zubiría y a Xabier Cabrerizo y Manu Sagües”, señala.
Ellos tampoco olvidan su paso por el Colegio Mayor. Su inquietud, su buena disposición, su pasión por los deportes… y los magníficos monólogos que realizaba.
“Recuerdo el Trofeo Interpasillos y todas las charlas que organizábamos. Moderé una de ellas antes de las elecciones generales de 2011 y vino mucha gente. ¡La sala se quedó pequeña! También recuerdo las películas. Siempre digo que casi todo el cine que he visto en mi vida lo vi allí. Hice un monólogo humorístico en la fiesta de Navidad y recuerdo las risas de la gente. Además, el primer año fui entrenador de un grupo de niños del Colegio Claret Larraona en la categoría Fútbol Txiki. Terminaba la universidad e iba al polideportivo a entrenar. Fue una experiencia muy buena. Era un grupo de padres que habían ido juntos al colegio y que ahora sus hijos habían coincidido en la misma promoción, también. Al año siguiente lo tuve que dejar porque me metí a clases de alemán y ya no tenía tanto tiempo”, explica.
“No paréis quietos”
Le preguntamos qué consejo daría a nuestros colegiales de ahora, a lo que responde convencido: “Creo que hice una cosa bien y es aprovechar todo el tiempo posible. Les diría a los estudiantes que digan que sí a todos los planes. ¡Que no paren quietos! Mucha gente dice que van a ser los mejores años de tu vida y a veces no te lo crees… En esta época se abre ante ti un abanico enorme de posibilidades. Aprovechadlo. Yo tuve todo el tiempo ocupado, y aún así tengo la sensación de que me hubiera gustado disponer de más tiempo para hacer todavía más cosas. Hice amigos que aún me duran y eso es muy valioso”.
Aunque algunas actividades hayan quedado suspendidas de manera temporal o la posibilidad de hacer vida social fuera haya quedado limitada, Carlos lo tiene claro. “A mí me gusta mucho leer y aproveché esos años para hacerlo. Leí mucho. Así que aún con restricciones, aunque se tengan que quedar en el cuarto, yo les diría a los colegiales que aprovechen para leer y también para ver cine. Cuando más se da uno cuenta de la importancia del tiempo es cuando no lo tiene”, insiste.
Esperamos que en cuanto la situación de la pandemia mejore, tanto Carlos como otros antiguos colegiales puedan sacar tiempo para hacernos una visita. ¡Os esperamos con los brazos abiertos!
“Tengo que volver a Pamplona. Guardo relación con algunos profesores de la Universidad y por supuesto me encantaría visitar el Colegio Mayor. ¡Además soy socio del Club Atlético Osasuna! En cuanto vine a la ciudad pensé: ‘Necesito ver fútbol cada 15 días’ y corrí a hacerme socio. Como veis, Pamplona dejó huella en mí.”
La situación provocada por la pandemia ha hecho que terminemos el curso de una manera muy diferente a otros años, no solo por la vuelta de la mayoría de los colegiales a sus casas ante la imprevisibilidad de la situación que estábamos viviendo, sino también por toda la actividad cultural del Colegio que ha sido suspendida.
Aunque esta vez el formato no sea Think&Beer –más bien Think&Talk over the phone, como las circunstancias lo han requerido– a finales de mayo quisimos hablar con nuestro antiguo colegial Juan Manuel Fernández, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Navarra y vocal del Consejo General del Poder Judicial. Inquietudes, sentimiento de pertenencia, amistades, ejemplaridad… Reflexiones en torno a la situación actual, la época universitaria y la vida en un Colegio Mayor a punto de cumplir los cincuenta años.
Juan Manuel Fernández en el Acto Académico de Imposición de Becas y Placas de Fin de Carrera de 2017, en el salón del actos del Colegio Mayor Larraona.
Juan Manuel, un consejo para nuestros colegiales: ¿cuál crees que es la clave de una carrera universitaria bien aprovechada?
Obviamente lo fundamental es la adquisición de los conocimientos científicos de la disciplina, pero la vida universitaria no se agota ahí. Creo que es fundamental saber coordinar y complementar la formación académica con formación o actividades extraacadémicas. También, ser curioso, inquieto intelectualmente, buscar siempre el porqué de las cosas. Esa inquietud se produce fundamentalmente en esos años de formación. Así viví yo aquellos años de universidad. Llegué al Colegio Mayor Larraona hace cuarenta y cinco años. Las circunstancias eran distintas, igual que lo era la sociedad del año 1975, no había Internet ni redes sociales. Esto hacía que esa comunicación, el contraste con otras formas de entender la vida, la descubrieras más intensamente en la universidad. No obstante, las circunstancias cambian, pero la esencia se sigue manteniendo. La inquietud por el saber puede ser similar en un universitario de hoy y en uno de hace cincuenta años.
Centrándonos en la situación actual provocada por la pandemia, ¿cuál crees que debe ser la actitud de un universitario?
Hay que saber adaptarse a las circunstancias que nos vienen encima. Esto exige un esfuerzo a todos, universitarios y docentes. No sabemos el tiempo que nos va a tocar vivir esto. Es fundamental mantener esa inquietud, considerarlo como un tiempo que invita a la reflexión. Por supuesto, no es bueno vivir cosas malas, como una epidemia o una enfermedad. Pero cuando toca vivirlo se pueden aprovechar aquellas experiencias para que arrojen algo positivo, y que no sea en vano todo ese sufrimiento. Creo que es lo principal que podemos hacer tanto los docentes como los alumnos: que no sea un tiempo perdido.
Y desde tu experiencia personal, ¿qué cosas podemos sacar en positivo?
Estábamos muy acostumbrados a vivir en una sociedad en la que teníamos cierta sensación de ser invulnerables, de pensar que teníamos garantizados ciertos aspectos, como el derecho a no ponernos enfermos. La invulnerabilidad es una cierta forma de soberbia. Así que, en primer lugar, esto nos ha colocado ante la realidad de que somos frágiles. También, cuando uno vive esta situación reflexiona acerca de las cosas que son más importantes en la vida, que merecen más la pena. Quizás antes, con el ritmo de vida que llevábamos no se reparaba en ellas. Durante el tiempo de aislamiento, de reclusión, puede que hayamos meditado, que hayamos percibido más la espiritualidad de la vida. Y para aquellos que por fortuna han pasado el confinamiento en familia, la convivencia familiar prolongada seguro que ha sido muy enriquecedora.
“Ser curioso, inquieto intelectualmente, buscar siempre el porqué de las cosas… Esa inquietud se produce fundamentalmente en los años de universidad.”
Volvamos a tus años de colegial, ¿qué crees que contribuye a que exista ese sentimiento de pertenencia que hay entre antiguos colegiales de Larraona?
Cuando uno vive intensamente algo grupal se genera una especie de telaraña invisible, un hilo conductor donde uno es capaz de reconocerse con alguien que estuvo hace cuarenta y cinco años, que une incluso a tres generaciones. Esa estancia genera un sentimiento de pertenencia. Además, Larraona siempre ha fomentado los aspectos complementarios de la formación. Fue para muchos –o para la mayoría– no sólo una residencia, un lugar donde dormir y comer, sino algo más allá. A lo largo de cincuenta años ha sido siempre un lugar de convivencia, de debate acalorado incluso con personas de ideas y procedencias muy distintas. Eso se ha venido manteniendo a lo largo del tiempo y resulta muy enriquecedor, ya que a veces solo nos relacionamos con quien es como nosotros.
Afortunadamente, son muchas las amistades que conservo. Yo estuve en el Colegio desde octubre de 1975 hasta junio de 1979. Sigo manteniendo el contacto con muchas personas que viven en distintas ciudades, lo que es enriquecedor. Es un querer comunicarse, estar al tanto, que tiene una base muy sólida cimentada en aquellos años. Una experiencia que seguro que otros muchos colegiales compartirán.
“No es bueno vivir cosas malas, como una epidemia o una enfermedad. Pero cuando toca vivirlo se pueden aprovechar aquellas experiencias para que arrojen algo positivo, que no sea en vano todo ese sufrimiento.”
¿Cómo describirías la esencia del Colegio Mayor Larraona?
De una manera sintética describiría su espíritu como el lugar para la creación de espacios de debate, de campos de comunicación muy afectiva, desde la discrepancia, desde la base del respeto y donde se respira un nexo común por el que nos reconocemos como colegiales de ese centro. Todo esto constituye un gran vínculo. Larraona es un Colegio Mayor que estimula la curiosidad intelectual.
Y aunque la esencia es lo fundamental, por otra parte, cada época tiene sus circunstancias, que son importantes y conforman nuestro mundo. Yo llegué al Colegio Mayor a principios de octubre de 1975. Mes y medio después moría Franco. Nos tocó vivir un cambio social, político y toda la transición democrática. También se aprobó la Constitución. Cambiaron muchísimas cosas y el Colegio Mayor era como un hervidero.
También recordarás tus éxitos deportivos.
¡Un magnífico equipo de fútbol! A quienes nos gusta el deporte también debemos aprovechar la etapa universitaria. El deporte es una magnífica escuela de aprendizaje, de relaciones sociales y de valores personales. Yo jugaba con amigos, quizá fue ésa la clave del éxito. Ganamos el Trofeo Rector durante tres años seguidos.
Pasemos del éxito a liderazgo. ¿Para ti, cómo se llega a ser un líder?
Yo distinguiría el liderazgo de la ejemplaridad, aunque a veces pueden coincidir. Todas las personas debemos tender hacia la ejemplaridad como valor ético. Tenemos la obligación de hacer las cosas bien. Cuando uno tiene una responsabilidad pública, un poder, como por ejemplo un juez, esa obligación de hacer las cosas bien y de ser ejemplar es aún más acusada.
Desde el inicio, desde que la persona tiene uso de razón, debe tratar de hacer las cosas bien; pero el liderazgo no es un camino con un final en el que la vida ya pueda calificarse como ejemplar. Uno tiene que estar en tensión y atención permanente a todo lo que le rodea. No caer nunca en la autocomplacencia o autosatisfacción. Tenemos la obligación de exigirnos siempre un poco más. La vida universitaria puede ser un buen momento para tomar conciencia de esa necesidad, de que el camino de la vida te va a exigir eso. La universidad debe colocarnos ya en esa senda.
“Larraona fue para muchos –o para la mayoría– no sólo una residencia, un lugar donde dormir y comer, sino algo más allá. Son muchas las amistades que conservo.”
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