Víctor o “el padrecito”, como lo llaman aquí, es uno de los misioneros claretianos que residen en el colegio mayor y que contribuyen a hacer presente el espíritu claretiano en Larraona. ¿Quieres saber más? Hablamos con él para compartir su historia.
Víctor Guerendiáin Ciganda (84 años) es natural del Valle de la Ultzama y viene de una familia de 13 hermanos. Tras trabajar en el colegio Corazón de María en Bilbao, volvió a Navarra para la fundación del Colegio Claret Larraona en 1970, del que fue el primer director. Aún a día de hoy sigue en contacto con algunos estudiantes de ese momento, a quienes recuerda con mucho cariño.
Nos cuenta que desde pequeño, a los 13 años, sentía la llamada de la vocación a ser misionero claretiano, como lo fue el hermano de su abuelo. Sus padres y su familia lo animaron en esta decisión. Pasó cuatro años en el Colegio Claret Larraona y en 1974 se fue a las misiones de Bolivia.
Estuvo 35 años viviendo en el norte de Potosí, aunque, al ser el superior de la delegación allí, visitaba todas las comunidades dos veces al año. En su labor de misiones pasó también mucho tiempo en Tarija y en Cochabamba.
Durante sus más de tres décadas de servicio, en las que aprendió quechua, Víctor levantó cinco hogares campesinos, en los que también se construyeron colegios. Actualmente los propios antiguos estudiantes de Víctor son los responsables de la gestión de estos hogares.
Además, se encargaba de recorrer los pueblos para poder oficiar las bodas, bautizos, funerales… Su labor de evangelización fue muy importante. «Los indígenas son muy agradecidos», defiende. Comenta que aún sigue en contacto con varias personas de allá y que mantienen una buena relación de amistad.
En 2009 Víctor sufrió un infarto cerebral y se vio obligado a volver a España para recuperarse. La adaptación a la vida de aquí no le resultó fácil: «Yo soy boliviano», afirma. En este nuevo capítulo de su vida, Víctor sigue manteniendo el mismo espíritu claretiano de solidaridad: colabora en la asociación claretiana de Proclade Yanapay, participa en los Grupos de Jesús de la parroquia de San Francisco de Asís y hace vida en el complejo educativo de Claret Larraona. Incluso se anima a hacer un rato de ejercicio todos los días en el Polideportivo Larraona.
Es un placer y un orgullo disfrutar de la compañía de personas como Víctor, modelo a seguir que nos transmite el espíritu de San Antonio María Claret.