invitados al acto de becas 2024

Acto de Imposición de Becas: una velada para recordar

El sábado 20 de abril celebramos el acto institucional más importante del curso en nuestro Colegio Mayor: la Imposición de Becas y Entrega de Placas de Fin de Grado. Fue una emotiva velada, animada musicalmente por los colegiales Mario Ramos y Javier Albiac.

 

estudiante universitario toca el violín

 

El acto comenzó con el discurso de apertura del Dr. Carlos Naya Villaverde, invitado especial y presidente del Acto Académico.

A este le siguió la presentación de Eduardo Díez Pérez y Alejandro Boned Torres, nuestros colegiales Decanos, que hicieron un repaso de las actividades organizadas en el Colegio Mayor durante este curso. Terminaron el discurso con un consejo del anterior decano: “Hay una palabra que nos dejó Javier Calvo: aprovechad.”

 

estudiante presenta el acto de becas en el colegio mayor

 

Uno de los invitados de honor del evento fue Francisco “Chapu” Apaolaza Fernández, antiguo colegial y eterno miembro de la Tuna Larrona. Apaolaza es periodista, autor de varios libros y ha sido galardonado con el ‘Premio de Defensa’ 2006 por sus coberturas periodísticas, ‘Premio Internacional de Periodismo Manuel Alcántara’ y Premio ‘Unicaja de Artículos’. A día de hoy podemos escucharle en ‘La Brújula’ donde tiene su propia sección, y leerle en Diario de Navarra, La Razón o The Objective. Además, ha cubierto grandes sucesos internacionales como la ayuda humanitaria en Ucrania (en la que participó) o los atentados de París de 2015 o los de Bruselas en 2016.

Chapu recibió una de las Becas de Honor, e impartió una lección magistral a nuestros colegiales, titulada Razones para la alegría. “Me consta que a veces los jóvenes vivís instalados en la tristeza y la desesperación”, comenzó diciendo. Sin embargo, animó a los estudiantes a no tener miedo, a sentir esperanza, consuelo y solidaridad. “Siempre habrá gente mala, pero es muy poca, es la sombra de una luz magnífica que es la humanidad”. Culminó su discurso instándonos a vivir en el amor, a disfrutar de lo que tenemos, a ser generosos, valientes y a sacar el máximo de la vida, que no sabemos cuándo puede terminar: “La vida no será como piensas, pero guarda sorpresas que ni tú ni yo podemos imaginar. Como me dijo mi padre en estas escaleras: te recomiendo que la aproveches”.

 

Invitado especial da un discurso en el salón de actos

 

Tras este inspirador discurso, los colegiales que cumplen su tercer año en Larraona recibieron su beca. Subieron al estrado los colegiales Javier Albiac Palomar, Faustino Buschittari Bellani, Alejandro de Udaeta Comella, Ignacio Díez Rodas, Miguel Ezquerra Alcalde, Mario López Ruiz, Samuel Pascual Garrigos y Diego Sánchez-Moreno Flecha.

 

estudiantes con beca del Colegio Mayor Larraona

 

Seguidamente, se entregaron las Placas de Fin de Grado a los colegiales que terminan su licenciatura este año 2024. Fueron distinguidos los colegiales Eduardo Díez Pérez, Alejandro Boned Torres, Manuel Esteban de la Torre, Adrián Tomás Torres Palés y José Francisco Sánchez-Moreno Flecha.

 

estudiantes con placa del Colegio Mayor Larraona

 

A continuación, se hizo entrega de las cuatro Becas de Honor de este curso. El presidente del Acto Académico, Carlos Naya Villaverde, doctor en Arquitectura y director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra recibió la primera Beca, por sus muchos méritos y generosidad.

La segunda se entregó a Josu Jiménez Etxabe CMF,  antiguo alumno del Colegio Claret Askartza, misionero claretiano y antiguo Capellán del Colegio Mayor Larraona, por su gran labor y la huella que ha dejado en nuestro Colegio Mayor.

La tercera Beca de Honor fue concedida a la profesora Anna Dulska, doctora en Historia, investigadora en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra y docente, que colabora en nuestro Taller de historia de Pamplona desde 2016, por su contribución y cariño hacia nuestro Colegio Mayor.

La última Beca fue para Francisco “Chapu” Apaolaza Fernández, por “continuar siendo uno de los mejores embajadores de Larraona que pueda haber”.

 

Invitados con la beca de Honor del Colegio Mayor Larraona

 

Juan Gallego García, director del Colegio Mayor Larraona, dedicó unas palabras de agradecimiento a todos los presentes, especialmente al Colegio Mayor Jaime del Amo, de Madrid. También hizo alusión cariñosamente a nuestras colegialas, presentes por primera vez en este acto: “habéis subido el nivel de Larraona”.

Antes de pasar a la cena compartida en el comedor, a la que los asistentes estaban invitados, el profesor Carlos Naya realizó el discurso de clausura del acto, hablando con cariño de la vida en el colegio mayor: “De vuestros compañeros aprenderéis cosas insospechadas”, aseguró. Animó a los colegiales a aprovechar sus años universitarios al máximo “De lo que hagáis estos años dependen cosas grandes”.

 

estudiantes brindan en el comedor del Colegio Mayor Larraona

 

Cerramos el acto entonando el Gaudeamos Igitur:

 

Alegrémonos pues, mientras seamos jóvenes.

Tras la divertida juventud, tras la incómoda vejez, nos recibirá la tierra.

Viva la Universidad, vivan los profesores.

Vivan todos y cada uno de sus miembros, resplandezcan siempre.

misionero claretiano da un discurso en el salón de actos del colegio mayor

“No se trata de ganarse la vida, sino de ganar la vida, de tener una vida con sentido”

El P. Juan Martín Askaiturrieta c.m.f, Superior Mayor de la Provincia Sanctus Paulus, fue homenajeado este curso al recibir una de las Becas de Honor de 2023. En el acto que se celebró el día 18 de marzo impartió una lección magistral, en la que habló a los colegiales e invitados sobre el buen caminar. Compartimos algunos extractos del discurso que pueden inspirarnos a todos en este recorrido de la vida.

 

peregrino recorre el camino de santiago

 

¡Buen camino!

“Lo queremos compartir con los colegiales es este deseo de buen camino, como se dice en el Camino de Santiago. Hay un camino que ya se ha hecho, no partimos de cero, pero todavía hay mucho por andar. Lo importante es que de vez en cuando, como en esta tarde de hoy, podamos pararnos un poco para tomar conciencia y para celebrar este camino que estamos viviendo”, comenzó explicando.

“A todos los que estamos aquí –sobre todo a los de los más jóvenes– os estamos invitando a caminar, a seguir adelante. Cuando uno sigue adelante es porque tiene fuerza y porque tiene ilusión. Lo contrario del camino es la parálisis, la desgana, el sentarse. Y cuando uno se sienta, parece que la vida va pasando por delante y no se entera demasiado. Para todos, porque la vida es caminar, pero sobre todo para los jóvenes: adelante con el camino. No hemos nacido para estar sentados y estar parados”.

Reconoció que el camino a veces puede ser duro, y es cuando se presenta la tentación de quedarse parado, pero “bueno camino” significa seguir adelante a pesar de las dificultades.

“En esta sociedad tan acelerada de vez en cuando necesitamos pararnos un poco para ser conscientes del camino que estamos recorriendo y esta tarde puede ser una oportunidad para ello. Lo contrario es la superficialidad: ir porque toca y de cualquier manera. Y la vida es demasiado interesante y bella como para vivirla de cualquier manera”.

En este sentido, recordó que hay que tener claro hacia dónde se dirige este camino (los estudios, las amistades, lo que cada uno plantea para su vida), porque es algo demasiado importante como para dejarlo a la improvisación.

“Hay que recordar hacia dónde caminamos. Todos los caminos no son un buen camino. Un buen camino será el que nos ayude a crecer, el que nos haga buenas personas y ciudadanos, y el que nos haga aportar algo en esta sociedad en que vivimos”.

 

estudiante colegial escucha atento

 

Crecimiento en la dimensión individual

 El misionero claretiano explicó que crecer es cuidar todas las necesidades y posibilidades que tenemos las personas y esto comprende las dimensiones individual, social y trascendente. La primera de ellas trata del crecimiento personal, de que cada uno saque su mejor versión.

“Estoy convencido de que todas las personas tenemos un potencial enorme, impresionante. Se trata de que ese potencial vaya aflorando. Para mí la mayor alegría siempre es ver cómo los jóvenes van creciendo”.

Para ello, habló de tres valores que contribuyen a este crecimiento: “El primero, la responsabilidad. Crecer personalmente también significa crecer en responsabilidad, hacernos cargo de nuestra vida. En segundo lugar, la superación y el esfuerzo. Nada importante en la vida se construye sobre la comodidad. Hoy eso de la comodidad y de evitar todo sufrimiento vende muy bien. Pero no se trata de buscar el sufrimiento, se trata de comprender que la vida tiene sus dificultades, pero que aunque a veces podamos pensar que son insalvables, con esfuerzo y superación, tantas veces la experiencia nos dice que somos capaces de llegar mucho más que donde en un inicio podíamos. Y el tercero es el agradecimiento. Nadie crece solo. Eso de que yo solo me basto es mentira. Crecemos porque hay personas que nos miran bien, que ven nuestras potencialidades, que nos levantan cuando caemos”.

 

dos estudiantes colegiales sonríen

 

Crecimiento en la dimensión social

“Crecer es aprender a convivir con los demás. Seguro que la convivencia en el Colegio Mayor no es fácil, al igual que a veces la convivencia en las familias no es fácil, o entre los pueblos. Ante la tentación de vivir aislado tenemos que recordar que no hay crecimiento al margen de los demás”.

El P. Askaiturrieta animó a crecer en una mayor calidad de relaciones con los demás, a ofrecer una escucha atenta a las personas y a estar dispuestos a dejarse interpelar por otros.

“En la vida a veces hace mucho ‘frío’ y hay dificultades, entonces tenemos la tentación de vivir en modo avión. ‘Bastante tengo con lo mío’, ‘Prefiero no complicarme’, ‘Que no me digan nada’… Pero crecer está muy relacionado con dejarse tocar por los demás, dejarse afectar por lo que otros están viviendo. Crecer significa pararse ante el que sufre, no ignorar la vida de los más débiles. Puede ser alguien de Ucrania, mi madre, mi vecino de habitación o el compañero de la carrera. Significa que el otro me importa, que yo no soy el centro del universo”.

Señaló a los colegiales que durante el tiempo de la carrera es compatible estudiar con estar atento a la gente que está pasándolo mal, que por encima de los estudios –aun siendo muy importantes– están siempre las personas.

 

personas del público escuchan discurso

 

Crecimiento en la dimensión trascendente

Además de cómo vivir, está el para qué vivir, o para qué caminar: “’¿Para qué estoy estudiando?’ ‘¿Qué sentido tiene todo este esfuerzo?’ Hay una estrecha relación entre sentido y felicidad. No es lo mismo una vida ocupada que una vida plena. La vocación, que es fundamental para todos, lo es más en una edad juvenil. No se trata de ganarse la vida, sino de ganar la vida, de tener una vida con sentido”.

“¿Cómo nos situamos ante la vida en este mundo? La sociedad apunta por aquí: dinero, éxito, placer, comodidad, vida fácil, aplauso… Cada uno tendremos que preguntarnos honestamente, ¿es esto? Cada vez hay una necesidad mayor de buscar valores que van en una línea distinta, propuestas de sentido que van en otra dirección: éxito es atender al que sufre, vale más la bondad que la inteligencia…”

El misionero claretiano puso un fragmento de La lista de Schindler para ilustrar lo que estaba contando. “Nuestra sociedad cree que con no hacer daño es suficiente. Con no hacer daño no es suficiente, hay mucho por hacer. Hay una frase del Talmud que dice: ‘Quien salva a una vida salva al mundo entero’. En este camino que vamos haciendo en nuestro proyecto de vida, si hay una persona que gracias a nuestra dedicación escucha, aporta, si hay una persona que en su vida tiene un poco más de oxígeno, de frescura, de ilusión… creo que eso hace que todos los esfuerzos que hacemos merezcan la pena”.

La vocación tiene que ver con ser para los demás. Recordó que no estamos en este mundo únicamente para pensar en lo nuestro, sino para aportar a otros. “Se puede vivir de muchas maneras, cada uno tiene que elegir la suya, pero ojalá podamos descubrir que cuanto más somos y nos vinculamos a los demás, viviendo la vocación en clave de entrega, más crecemos como personas”.

En la película también se habla sobre el arrepentimiento. “Dicen que uno de los mayores sufrimientos que un ser humano puede tener es cuando llegan los últimos minutos de su vida y mirando atrás dice: ‘He despilfarrado tanto ante unas oportunidades tan grandes que tenía. No he hecho lo suficiente’”.

 

tarjeta con el logo del colegio mayor claret larraona

 

El Colegio Mayor Larraona, parte de vuestro camino

“En 1870, antes de fallecer, San Antonio María Claret dijo algo que ojalá podamos decir todos: ‘He cumplido mi misión’. Lo que tenía que vivir, lo que tenía que hacer, está hecho. Lo que este hombre hizo puede inspirar a los jóvenes de hoy, y lo que vivió no se quedó sólo en él, sino que se tradujo en lo que los misioneros claretianos somos hoy. Actualmente somos unos 3.000 misioneros repartidos por todo el mundo, cinco de ellos aquí en el Colegio Mayor”.

“El Colegio Mayor Larraona se fundó en 1970 así que lleva más de 50 años de labor. Se dice pronto, pero creo que es bueno subrayarlo, significa un compromiso permanente por acompañar a los jóvenes en el buen camino que decimos. Ahora en 2023 tenemos retos y desafíos para seguir acompañando a los jóvenes que están y a los que vendrán”.

El P. Askaiturrieta concluyó su discurso exhortando nuevamente a caminar y deseando a todos un buen recorrido en la vida.

“No renunciéis a caminar. Las dificultades tienen que ser un estímulo para seguir caminando. Ojalá aquí en el Colegio Mayor encontréis ayuda y compañía para superar esos problemas. Ojalá vayáis intuyendo qué horizonte de vida queréis vivir y que sea exitoso de verdad. En todas las profesiones, en todos los ámbitos, necesitamos personas que reflejen ese querer construir en este mundo algo distinto, ‘humanizar la humanidad’, como se suele decir. Os deseo de corazón que sepáis elegir bien. Que podáis descubrir y desarrollar vuestra vocación en clave de servicio. Médicos, economistas, abogados… Hay muchísimas vidas que atender y que cuidar y desde vuestra profesión podéis acompañarlas. Ojalá en algún momento podáis intuir que lo que Dios quiere para cada persona es que saquemos a la vida el máximo brillo posible. Que seamos personas plenas. Ojalá durante toda vuestra vida, cuando miréis las fotos y paséis por Pamplona recordéis al Colegio Mayor no solo con agradecimiento y cariño, sino que sea también un estímulo permanente para ese crecimiento, para seguir en el camino en el que todos estamos. Buen camino”.

 

misionero claretiano con micrófono en la mano

colegiales becados en las escaleras del colegio mayor larraona

Día de Becas: un alto en el camino

El pasado sábado 18 de marzo celebramos nuestro tradicional Acto Académico de Imposición de Becas, un alto en nuestro camino para reconocer a los estudiantes que llevan tres años en el Colegio Mayor y a los que finalizan sus estudios siendo colegiales, y para agradecer a aquellas personas e instituciones que nos ayudan con nuestra labor. Fue una velada llena de recuerdos, reflexiones, orgullo y muchas emociones.

 

estudiante da un discurso en el salón de actos

 

Las huellas de un colegial veterano

El acto comenzó con una intervención del colegial decano Javier Calvo Serrano.

En lugar de hacer una memoria de actividades al uso, Javier aprovechó para hablar sobre su enriquecedora experiencia personal: “He tenido la gran suerte de estar seis años en Larraona. Y no solo eso, sino que cuatro de esos años han sido como decano, varios años compartiendo el honor y la responsabilidad con otros compañeros amigos míos”.

Al igual que hizo en el acto del año pasado, quiso leer el poema Caminante no hay camino de Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

“Mi camino aquí, que es el de un simple colegial, tiene que agradecerle mucho al pasado y al presente de Larraona. Estoy orgulloso de haberme dejado llenar de las huellas de tanta gente maravillosa del Colegio Mayor Larraona. Ojalá ese futuro fresco que viene ahora esté lleno de esto mismo y mucho más. Yo os animo a que, ya que hemos recibido tanto de este Colegio Mayor, llevemos esto mismo con agradecimiento, orgullo y alegría, allá donde nuestros caminos nos conduzcan”.

 

misionero claretiano habla con un micrófono

 

Siguiendo las señales

A continuación, el P. Juan Martín Askaiturrieta c.m.f, Superior Mayor de la Provincia Sanctus Paulus, impartió la lección magistral, en la que orientó a los colegiales en este caminar.

“Lo queremos compartir con los colegiales es este deseo de buen camino, como se dice en el Camino de Santiago. Hay un camino que ya se ha hecho, no partimos de cero, pero todavía hay mucho por caminar. Lo importante es que de vez en cuando, como en esta tarde de hoy, podamos pararnos un poco para tomar conciencia y para celebrar este camino que estamos viviendo”.

Exhortó a los jóvenes a caminar, a seguir hacia delante con fuerza y con ilusión, a evitar estar parados. Y también, a aprender a seguir las señales, discerniendo cuál es la vía que deben seguir.

“Todos los caminos no son un buen camino. Hay que recordar hacia dónde caminamos, porque la vida es demasiado interesante y bella como para vivirla de cualquier manera. Un buen camino será el que nos ayude a crecer, el que nos haga buenas personas y ciudadanos, y el que nos haga aportar algo en esta sociedad en que vivimos”.

Este crecimiento comprende todas las dimensiones de la persona que trabajamos en el Colegio Mayor, empezando por la individual. “Estoy convencido de que todas las personas tenemos un potencial enorme, impresionante. Se trata de sacar nuestra mejor versión, de que ese potencial personal vaya aflorando”.

Para ello, el misionero habló de crecer valores como la responsabilidad, el esfuerzo y la superación y el agradecimiento: “Nadie crece solo. Crecemos porque hay personas que nos miran bien, que nos levantan cuando caemos”.

 

estudiantes jóvenes escuchan un discurso

 

Esto está ligado a la dimensión social, imprescindible en la persona y en un centro como el Colegio Mayor:

“Ante la tentación de vivir aislados tenemos que recordar que no hay crecimiento al margen de los demás. Crecer es aprender a convivir con los demás, aunque no sea fácil. Crecer significa pararse ante el que sufre. Puede ser alguien de Ucrania, mi madre, mi vecino de habitación o el compañero de la carrera. Significa que el otro me importa, que yo no soy el centro del universo”.

El P. Juan Martín también animó a todos los invitados del acto a no vivir distraídos y a cuidar la dimensión trascendente. “No es lo mismo una vida ocupada que una vida plena. La vocación, que es fundamental para todos, lo es más en una edad juvenil. Se puede vivir de muchas maneras, cada uno tiene que elegir la suya, pero ojalá podamos descubrir que cuanto más somos y nos vinculamos a los demás, viviendo la vocación en clave de entrega, más crecemos como personas”, afirmó.

“En 1870, antes de fallecer, San Antonio María Claret dijo algo que ojalá podamos decir todos: ‘He cumplido mi misión’. Lo que tenía que vivir, lo que tenía que hacer, está hecho. Lo que este hombre hizo puede inspirar a los jóvenes de hoy, y lo que vivió no se quedó sólo en él, sino que se tradujo en lo que los misioneros claretianos somos hoy”.

Actualmente hay unos 3.000 misioneros claretianos repartidos por todo el mundo, de los cuales cinco se encuentran en nuestro Colegio Mayor, ayudándonos a realizar nuestra misión.

“El Colegio Mayor Larraona lleva más de 50 años de labor. Se dice pronto, pero creo que es bueno subrayarlo, significa un compromiso permanente por acompañar a jóvenes en el buen camino que decimos. Ahora en 2023 tenemos retos y desafíos para seguir acompañando a los jóvenes que están y a los que vendrán”.

El claretiano terminó deseando a todos un buen recorrido en la vida.

“No renunciéis a caminar. Las dificultades tienen que ser un estímulo para seguir caminando. Ojalá aquí en el Colegio Mayor encontréis ayuda y compañía para superar esos problemas. Ojalá vayáis intuyendo qué horizonte de vida queréis vivir y que sea pleno. Ojalá durante toda vuestra vida, cuando miréis las fotos y paséis por Pamplona recordéis al Colegio Mayor no solo con agradecimiento y cariño, sino que sea también un estímulo permanente para ese crecimiento, para seguir en el camino en el que todos estamos”.

 

vicerrector de profesorado de la Universidad de Navarra

 

No andamos solos

Después de la imposición de las becas, se entregaron las placas de fin de grado y las becas de honor.

Este curso, se ha querido distinguir al D. Pablo Sánchez-Ostiz, Vicerrector de profesorado de la Universidad de Navarra, por su profunda dedicación a la docencia e investigación, por sus aportaciones al derecho penal a través de su prolífica obra y por su compromiso con la educación transformadora a través de su servicio como vicerrector.

“Os agradezco el trabajo que estáis haciendo, con la implicación de tantos”, expresó en la clausura del acto. “Mantener ese camino, esa mirada hasta el final, es cuestión de esperanza. Eso de los éxitos y los fracasos es mentira. Ninguno de ellos es definitivo, se aprende y se sigue hacia delante, caminando claro hacia donde hay que ir, en la vocación que uno descubra, dejándose acompañar y ayudar por otros”.

Además, el P. Juan Martín Askaiturrieta c.m.f. recibió la beca por ser el Superior Mayor de los padres claretianos, y por tanto el titular del centro, como principal impulsor de la plataforma evangelizadora que es nuestro Colegio Mayor.

 

mujer premiada recoge beca de honor

 

También se reconoció la labor del Servicio de admisiones de la Universidad de Navarra; su vocación de servicio, empatía, talante y amabilidad orientando a los futuros universitarios en todas las gestiones de entrada a la universidad y facilitando al Colegio Mayor Larraona la correcta realización de nuestro trabajo, especialmente en el último avance de nuestro proyecto educativo. La beca de honor la recogió Reyes Fernández de Muniain, gerente del servicio.

Por último, se otorgó una beca de honor a la Tuna del Colegio Mayor Larraona, por mantener a lo largo de los años el espíritu colegial y llevar con orgullo nuestro nombre, tanto en su faceta lúdica y musical tanto como en la personal y trayectoria profesional. La beca la recogió Fernando Martínez Soba, que quiso ofrecer unas palabras de agradecimiento al Colegio Mayor, a la Universidad y a otras tunas de Pamplona, y a todas las personas que confiaron en su proyecto, como el antiguo director Patxi Muguerza.

“Hoy en toda España se está celebrando que hayamos recibido esta beca, muchísimas gracias. Todos nuestros hermanos tunos en la tierra están celebrándolo y los tres que están en el cielo están buscando un bar donde hacerlo”, bromeó.

“Esos valores que aprendimos aquí: la generosidad, la solidaridad, la humildad, la confianza… nos han hecho ser lo que somos. No sólo somos tunos, no sólo somos colegiales; tenemos nuestra profesión y en nuestro corazón está este colegio. Mi sentimiento de hogar está aquí”, aseguró a los asistentes. “Ojalá durante toda su vida recuerden también a nuestro colegio como algo que ha sido trascendental, que ha sido vital y transformador”.

 

estudiantes sentados en el salón de actos

 

Enhorabuena a los becados 

El director Juan Gallego García dio la enhorabuena a todos los estudiantes distinguidos. Entre ellos estaba el colegial Borja Rodríguez Manzano, que aprovechó su papel de presentador del acto para dar un breve testimonio:

“Estamos terminando la carrera y nos toca dejar los mejores años de nuestras vidas atrás para empezar una nueva aventura. Pero esto no es un adiós, sino un hasta luego, porque este Colegio Mayor ha sido mi casa y lo será durante mucho tiempo. He sido muy feliz durante todos los años de carrera en Larraona. En primer lugar, porque he tenido la oportunidad de conocer a gente que me llevo para siempre; sin ellos esto no hubiese sido lo mismo. Por otro lado, la estancia ha sido insuperable gracias a cada uno de los trabajadores que forman parte del Colegio Mayor. Gracias por acogerme y apoyarme durante estos cuatros años”.

 

director abraza a un estudiante universitario

 

Juan hizo una mención especial a los familiares de los estudiantes, al consejo colegial, a los misioneros claretianos y a todo el equipo del Colegio Mayor, como parte esencial de nuestro proyecto. Y también agradeció la labor del equipo educativo externo de la Facultad de Educación y Psicología que nos apoya, dirigido por la profesora Katya Palafox.

Señaló que gracias al trabajo de todos los anteriores directores y subdirectores que le han precedido, tanto claretianos como seglares, nuestro proyecto se mantiene con la misión para la que fue fundado y ha podido acompañar a tantas personas a las que reconocemos con la imposición de becas año tras año.

“El espíritu de Larraona, la impronta que nos deja en nuestras vidas, se muestra especialmente en nuestros compañeros excolegiales de la tuna, a los que agradecemos este afán por mantener viva la llama de Larraona y por haber venido otra vez a vuestra casa”.

Por último, el director expresó nuestro agradecimiento a Dios por el regalo de la vida, por permitirnos recorrer cada día este camino.

 

director del colegio mayor da un discurso

 

calle de nueva york cerca de la universidad de columbia

Medicina personalizada, New York y Pintxos | Entrevista a Álvaro Curiel

Tenemos la suerte de contar con una gran comunidad de antiguos colegiales, repartidos por todo el mundo. En esta ocasión, nos conectamos con Estados Unidos para hablar con Álvaro Curiel (Palencia, 34 años), antiguo colegial becado con la mención de honor en 2016.

Licenciado en Biología y Bioquímica, hace tres años terminó su tesis doctoral en el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) en Madrid, y desde entonces se dedica a la investigación en la Universidad de Columbia, Nueva York. Su principal proyecto es un ensayo clínico de la universidad en colaboración con el Hospital Presbiteriano de la ciudad. Él se encarga de la parte experimental, en la que utilizan modelos animales humanizados y herramientas de inteligencia artificial para analizar muestras de pacientes de cáncer de páncreas y poder ofrecer medicina personalizada.

Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la investigación, y eso fue lo que le llevó a cruzar el charco, para aprovechar esta oportunidad que se le brindaba. Participar en todo lo posible y disfrutar de cada cosa es algo que le caracteriza desde que estaba con nosotros. En esta entrevista que hemos tenido el placer de realizar, hablamos con él sobre su experiencia en Larraona, su trayectoria profesional y su vida en la ciudad que nunca duerme.

 

estudiante colegial en Larraona

 

Álvaro, ¿podrías resumir en qué consiste tu labor de investigación?

 

Intentamos encontrar compuestos que sean efectivos para tratar cada tipo de tumor en pacientes con cáncer de páncreas. Cuando pensamos en cáncer solemos englobarlo como un todo, pero la realidad es que el cáncer es diferente según el órgano en el que esté dado, según el estadio y también según la persona. Cada paciente es diferente. Por eso, para empezar, necesitamos entender cuál es la biología concreta del tumor para poder tratarlo de la mejor manera.

 

¿Cuál es el proceso de trabajo para dar con el tratamiento personalizado?

 

Cuando nos llega la muestra del paciente, lo que hacemos, por un lado, es secuenciar, es decir, miramos todas las características que tiene ese tumor. Aplicamos una serie de algoritmos matemáticos y herramientas bioinformáticas para poder predecir cuáles son los mejores tratamientos para ese tumor en concreto. Y simultáneamente a este análisis de inteligencia artificial, generamos ratones humanizados con otra parte de  ese tumor. Los hacemos crecer en el laboratorio para probar los compuestos que el algoritmo predice que pueden ser mejores, y ver si hay algún tratamiento que genera un beneficio. Hablamos con el hospital cada mes, nos reunimos y les presentamos los datos para tomar una decisión sobre si se realiza ese tratamiento. Luego el paciente es el que tiene que dar el consentimiento. Si él deja de responder satisfactoriamente al tratamiento, hacemos una pequeña biopsia y volvemos a mirar el algoritmo de predicción del mismo compuesto, para ver si el tumor ha cambiado las características que identificamos para poder tratarlo. El mayor reto de este cáncer es la supervivencia, es uno de los tumores más letales que hay. Sobre todo, se da en adultos, y el problema es que está ahí “guardado”: cuando muestra su cara puede estar bastante avanzado y suele haber metástasis. Entonces ya es bastante más complejo.

 

Por tanto, el tiempo es un factor clave que juega en vuestra contra.

Cuando los estadios son avanzados tenemos un tiempo limitado, una media de unos cinco o seis meses para poder completar el estudio. Al principio fue un poco complicado, porque había que empezar de cero y hay que poner las cosas a punto, pero intentamos llegar al final. Hemos conseguido finalizar el estudio para dos pacientes y estamos en conversación con el hospital y también con las diferentes compañías para intentar que nos suministren determinados compuestos para estos pacientes. Durante todo este proceso al paciente se le sigue tratando con lo que en inglés se llama el ‘standard of care’, que corresponde a los tratamientos convencionales para este cáncer.

 

Nos has explicado la dificultad que entraña este proyecto en concreto. ¿Qué es lo más satisfactorio de este trabajo?

 

El hecho de ver que estás intentando ayudar al paciente. Las investigaciones más básicas son igual de importantes y necesarias; necesitamos conocimiento para poder aplicarlo a las diferentes enfermedades: cáncer, diabetes… las que sean; pero en este caso tenemos más contacto con los enfermos y cuando las cosas funcionan, ves un poco la luz. Aunque yo no los conozca personalmente, sé que hay pacientes que dependen en cierta manera de lo que hago aquí. Por otra parte, a nivel de investigación e independientemente del proyecto en el que esté, para mí es una gran satisfacción el hecho de pensar que soy la primera persona en el mundo que estoy viendo ese dato generado de esa manera. Todos queremos que salga un dato positivo, pero en ciencia el 90% de los experimentos no salen. Aún así, es gratificante lanzarse a hacer algo de una forma concreta, tener una hipótesis y comprobarla o rechazarla, sabiendo que eres la primera persona que lo hace. Es algo que a mí me encanta y que me da fuerza tantas veces.

 

investigador en el laboratorio con mascarilla

 

Como dices, es una labor gratificante, pero ardua. ¿Cuál dirías que es el perfil de una persona que se quiere dedicar a la investigación?

 

Hay muchas características, pero yo destacaría cinco. Por un lado, hay que ser curioso, hacer preguntas que nadie más se ha hecho. La penicilina, por ejemplo, se descubrió porque se dejaron una placa abierta y empezó a crecer algo, pero en vez de tirarlo se preguntaron qué era eso. Esa curiosidad es importante. Además, para poder avanzar, hay que ser creativo y leer mucho, no solamente de ciencia, de todo. Es una ayuda para tener la mente abierta, porque muchas veces no hay una única respuesta, hay varias y muchos caminos. Por otro lado, un investigador tiene que ser colaborativo. La ciencia no se entiende sin colaboración. Existen muchos grupos de investigación, congresos, proyectos, que a veces trabajan en lo mismo. Lo que queremos todos es aportar nuestro granito para ayudar a los pacientes. También hay que ser crítico, analizar los datos para ver si son biológicamente relevantes, si los datos contrastan con lo esperado, y buscar respuestas desde la rigurosidad y la crítica. Y la última característica es la perseverancia. Como he dicho, en ciencia el 90 o 95% de las veces salen mal las cosas, y a veces van bien pero de repente dejan de salir por motivos que no conocemos. Entonces hay que seguir, hay que ser perseverante. Estos cinco puntos se pueden aplicar a otros muchos trabajos, pero para mí son los pilares fundamentales de un buen investigador.

 

Volviendo un poco más atrás, un paso antes de la investigación, nos gustaría saber cómo surgió tu vocación científica. ¿Por qué elegiste estudiar Biología y Bioquímica?

Suelo decir que soy un médico frustrado. Hice las pruebas de acceso en Medicina en Pamplona, pero no me cogieron y la licenciatura que más se parecía en ese momento era la de Biología. Y bueno, lo que yo tenía claro sí o sí es que quería ser investigador. Además, sabía ya que quería dedicarme a investigar el cáncer, para poder entender qué es y cómo podemos ayudar a hacerle frente. Cuando acabamos el primer ciclo de Biología, nos dieron la opción de estudiar también Bioquímica y, como tantos compañeros, elegí hacer la doble carrera. Me ayudó muchísimo a afianzar los conceptos y a aprender nuevos, que estoy aplicando a día de hoy.

 

Además de los conocimientos académicos, ¿con qué otros aprendizajes te quedas de tu etapa universitaria?

 

En el caso de la Universidad de Navarra, destacaría la figura del asesor y de los profesores. Cuando llegas y aún cuando sales estás en pleno proceso de maduración, y este tipo de perfiles te ayudan. Yo, por ejemplo, no era el mejor estudiante, y tener un asesor académico me sirvió mucho. También el estar en un colegio mayor me hizo empaparme de ese ambiente de estudio. Personalmente, me ayudó muchísimo. Enseguida hice amigos con los que todavía tengo relación, también con gente de dentro del Colegio Mayor. Ese desarrollo personal fue muy importante y, además, creo que la ciudad se presta bastante a eso. A mí por lo menos, me ayudó a ser más extrovertido, noté un cambio. Y pienso que para la investigación y para casi cualquier trabajo es importante tener ciertas capacidades de socialización.

 

Estuviste toda la carrera universitaria en el Colegio Mayor. ¿Por qué elegiste entrar en Larraona?

 

Estuve mirando las diferentes opciones que había de colegios mayores y residencias y me decanté por Larraona porque era la que más se ajustaba a lo que yo buscaba, a mi manera de ser y a las inquietudes que yo tenía. Quería un sitio en el que pudiera ser yo mismo y donde tuviera la libertad de hacer distintos tipos de actividades. La ubicación al lado del campus de la universidad sumaba mucho y también me gustaron las instalaciones (el gimnasio, las pistas deportivas…) y el tipo de eventos que ofrecía el colegio mayor. Yo, por ejemplo, me apunté varios años al taller de ecología, a los mercados solidarios…

 

Participabas intensamente en la vida colegial y también fuiste entrenador de fútbol del CD Pamplona. Casi no parabas a descansar, ¿no es así?

 

Poco (ríe). Tengo una filosofía que me inculcó una buena amiga de Pamplona. Me dijo: “Métete en todos los follones que puedas”. Y eso hice. Hay que medir fuerzas, por supuesto, y yo tenía claro que estaba ahí en primer lugar para estudiar. Pero todo lo que pude hacer extra fue muy enriquecedor y me ayudó mucho a nivel personal. Por ejemplo, entrenar fútbol tiene poco que ver con hacer un experimento aquí, pero me ha dado una capacidad de colaboración y de trabajo en equipo, como he comentado, un pilar fundamental. Tuve suerte de juntarme con otros colegiales inquietos. Carlos Larroy, por ejemplo, que fue uno de los fundadores de la sala de la mediateca. Recuerdo con cariño aquel día en que hicimos un piscolabis para celebrarlo… y cómo acabó todo (vuelve a reír).

 

¿Qué otros momentos te vienen a la cabeza cuando piensas en tu etapa colegial?

 

El primer momento es cuando entré. Es decir, el día en el que fui con mis padres, me despedí y ya empezó una etapa totalmente nueva, con gente que no conocía y también con los veteranos. Es un momento que recuerdo con mucho cariño, esa sensación de “¿y ahora qué?”, “¿qué viene ahora?”. Podría contar una infinidad de anécdotas de esos años. Por último, algo que siempre recordaré es cuando me dieron la Beca de Honor. Que me dijeran que había pasado por allí y había dejado huella es algo que a mí me llena, algo por lo que estoy muy agradecido.

 

Dejaste huella en Larraona, pero también el colegio mayor dejó huella en ti. ¿Qué ha aportado en tu vida?

 

Sobre todo, a nivel personal, me ayudó en mi proceso de madurez. Conocí y entablé amistad con estudiantes de personalidades tantas veces opuestas, con diferentes maneras de ver el mundo. Eso enriquece mucho y me aportó toda una serie de valores que van más allá de la titulación académica. Es lo que ofrece el colegio mayor y hay que aprovecharlo.

 

colegial con beca en larraona

 

En ese sentido, ¿qué consejo le darías a un colegial actual?

 

Que se involucre en todo lo que pueda dentro y fuera de la universidad. Que sus recuerdos de la universidad no se limiten a estudiar. La carrera te abre muchas puertas, pero el desarrollo personal es tanto o más importante. Y para eso son fundamentales todas las actividades que se ofrecen en el Colegio Mayor y en Pamplona, aunque no estén relacionadas directamente con los estudios. Y, por último, ¡que aprovechen los pintxos! Luego se echan de menos cuando estás en el extranjero.

 

¿Qué otras cosas echas en falta?

 

Vivo en una ciudad, Nueva York, que te ofrece lo que quieras y adaptado a tu bolsillo, si eres un poco inquieto. Pero sí que es verdad que la calidad de vida que hay en España es muy valorable. Y por supuesto, el tema de la sanidad pública, que no existe en los Estados Unidos.

 

¿Y qué aprecias más de estar allá?

Una cosa que me ha gustado descubrir es que el sueño americano existe. Es decir, la gente tiene una capacidad de reciclaje espectacular y esto se ha visto con la pandemia. Han cerrado muchos negocios, pero otros nuevos han abierto; aquí es muy típico cambiar de trabajo y atreverse a emprender. Me parece muy interesante esa inquietud de querer avanzar, querer mejorar. El perfil del funcionario que lleva cuarenta años en el mismo puesto es muy difícil de ver. Otro aspecto es la multiculturalidad; yo no me siento extranjero en Nueva York, ¡conviven 180 culturas y se hablan más de 190 idiomas! Es muy enriquecedor trabajar y tener amigos de todas partes del mundo. Quedamos para hacer un picnic en Central Park y cada uno lleva algo de su país, yo, por ejemplo, preparo una tortilla de patatas. Eso está a la orden del día y, personalmente, me encanta.

 

Debido al covid, no has podido viajar a España en los últimos tres años. ¿Cómo ha sido la experiencia de la pandemia ahí?

 

A nivel personal fue muy duro. Estaba fuera de casa y lejos, al otro lado del charco, y claro, cerraron las fronteras con Europa. Es verdad que afloró un sentimiento social que yo no me esperaba. Aquí la gente se volcó, los investigadores también. En el laboratorio estuvimos haciendo PCRs e íbamos todos los días al hospital. Fue un gran choque ver a médicos en urgencias que vivían las veinticuatro horas allá por el miedo a contagiar a sus familiares en casa. Yo cogía la bici y hacía veinte o treinta kilómetros llevando por Manhattan kits para extraer ARN o lo que hiciera falta. En los grupos que se formaron, en unas semanas se habían procesado casi 25.000 muestras, una barbaridad. Fue duro, pero todos sentíamos la necesidad de ayudar. Ahora estamos mucho mejor.

 

Si pudieras venir volver este año a España, ¿te animarías a venir al evento del cincuenta aniversario?

 

Ojalá. Honestamente, me encantaría. De hecho, tenemos un grupo de WhatsApp con amigos del colegio mayor y ya están todos comentándolo. Me haría mucha ilusión poder ir.

 

Y a nosotros que vinieras, ¡esperamos poder verte aquí pronto! Te mandamos desde Pamplona un abrazo muy fuerte y nuestros mejores deseos.