Desde que era pequeño Guillermo Urra Aspe ha querido ser farmacéutico. Cursó bachillerato de ciencias y se matriculó en el grado de Farmacia de la Universidad de Navarra, mudándose de Vitoria a Pamplona, al Colegio Mayor Larraona. Pero en el primer año de estudios, se dio cuenta de que no era lo suyo. “Esperaba la carrera muy distinta, más centrada en la práctica”, cuenta. “No sabía todo lo que había detrás”. Por eso, decidió ponerse manos a la obra y buscar otra opción. Así optó por su otra afición desde que era un “enano”: los videojuegos. Adiós Biología celular, hola Tecnología del videojuego.
Una carrera con presente y futuro
Sus padres apoyaron la decisión. “Hoy en día la gente se da cuenta de que es una carrera normal, que es importante. Aunque siempre hay alguno que piensa que no sirve para nada”, explica Guillermo.
El diseño de videojuegos abarca muchos ámbitos que poco a poco va aprendiendo (está en segundo curso), y que son posibles áreas de especialización cuando termine los dos años que le quedan de carrera: diseño 3D, guión, animación, dibujo, programación… “Puedes acabar trabajando en muchos sitios. A mí de momento la parte que más me gusta es la de modelado 3D”, comenta.
Su día a día en Creanavarra no requiere estudiar como tal. No se trata tanto de exámenes y de memorizar conceptos, sino de desarrollar proyectos. “Además de las horas de clase tengo muchísima tarea”, asegura. Actualmente está trabajando en grupo para crear un videojuego para Playstation u ordenador, después de haber realizado el año pasado uno para móvil.
De la diversión al aprendizaje
Guillermo sigue divirtiéndose cuando juega, aunque reconoce que ahora lo hace más por aprendizaje que por entretenimiento: “Ahora cuando juego me doy cuenta de todo lo que he aprendido en la carrera, me fijo en otras cosas que cuando lo hacía por hobby”.
Desde su habitación en Larraona, y equipado con un buen ordenador y una tableta para dibujar, crea personajes, historias y resuelve problemas para realizar un videojuego. Porque se trata de mucho más que un pasatiempo.
“Siempre he dicho que jugar a videojuegos –con moderación– ayuda a mejorar la concentración y a reaccionar más rápido. Incluso hay estudios que aseguran que ayuda en la socialización”, explica el estudiante.
Depende del día, Guillermo juega solo, a juegos competitivos, o con amigos. Aunque a veces lo que necesita es salir a despejarse y dar una vuelta. Por suerte, cuenta con un equipo de unos veinte compañeros de grado y más de un centenar de colegiales con los que relacionarse y disfrutar 😉