El miércoles 23 de septiembre tuvo lugar la tradicional reunión de nuestros estudiantes de Medicina de la Universidad de Navarra, un momento de encuentro y de ayuda entre veteranos y colegiales de primero.
Pablo Nieto, de 3º de Medicina, comenta que es una ayuda para que los colegiales de primero se sitúen en el comienzo de curso. “Además, este tipo de reuniones sirven para poner cara a los veteranos”, cuenta. Viene de Santander y asegura que para él fue un cambio grande la forma de estudiar en la Universidad, así que entre todos los veteranos recomendaron distintas técnicas de estudio, como por ejemplo, Pomodoro.
Este método ayuda a programarse el tiempo de estudio siguiendo la fisiología de nuestro cerebro, que es capaz de aguantar veinte minutos concentrado al cien por cien de su capacidad en un trabajo en concreto. “Consiste en pasar veinticinco minutos estudiando y descansar solo cinco minutos para que el cerebro descanse y se vuelva a oxigenar. Así cuatro veces seguidas, siguiendo este esquema llamado pomodoro. Después de los cuatro pomodoros se descansa durante veinte minutos”, explica Pablo. Él utiliza esta técnica para rendir mejor en los estudios, pero anima a que cada colegial pruebe y encuentre la que se adapte mejor a él. “También se puede estudiar con flash cards, que son tarjetas con imágenes en las que, por ejemplo, en un lado aparece un músculo y en el reverso las funciones que realiza”.
Este año, en el curso de 1º las materias se están impartiendo y se han estructurado de manera distinta, en un cambio realizado en colaboración con el profesorado de Harvard Medical School y según los estándares internacionales de la World Federation for Medical Education. Por ejemplo, para dividir la carga de estudios, se ha organizado el curso en bimestres, en los que los estudiantes se enfocan en dos o tres asignaturas de las que se examinan a continuación, en vez de tener solo dos periodos de exámenes al año (diciembre y junio) que concentran todas las asignaturas. Debido a este cambio, los veteranos no se centraron tanto en las asignaturas en concreto, sino en cómo coger apuntes y cómo suele ser la forma de explicar y evaluar de cada profesor.
“Nos vino bastante bien”, asegura Javier Segovia, uno de los colegiales nuevos. Viene desde Zamora y para él son muchos cambios, “es todo nuevo y al principio se hace difícil: los profesores dan clases de manera muy distinta, van muy rápido…”. Además, él realiza Medicina Internacional, por lo que se añade la complicación de estudiar en inglés. Hay veteranos que también han elegido esta misma opción de carrera, así como algunos estudiantes de la Universidad Pública de Navarra. “Cuando nos encontramos los estudiantes de ambas universidades comentamos lo que están dando. Ahora han empezado con Historia de la Medicina. Lo sé porque coincidimos y porque algunos son amigos”, explica Javier.
En los veteranos, él encuentra la figura de la experiencia, que lo animan a seguir: “Si ellos han sacado la carrera, nosotros también. Se nota que tienen la voluntad de que nos vaya bien. Nos han insistido en que aprovechemos su ayuda y les exprimamos al máximo. Si estuviera en un piso, esto no me pasaría”, constata.
Javier se encuentra con sus veteranos en los pasillos, en la biblioteca, en el comedor… “Se nota el efecto covid, pero aún así los colegiales sacamos ratos para estar juntos. Comemos juntos, vemos la tele o alguna película, hablamos en los pasillos, etc. Eso está bien. Me he sentido muy acompañado. Los veteranos nos preguntan qué tal vamos y además de responder mis preguntas, me pasan apuntes. Siempre que he tenido dudas han estado ahí, y además de muy buena gana”, reconoce. Los veteranos hace poco estaban en su lugar, así que se sienten más vinculados, cree él. Asiste al grupo de vida cristiana, en la que la mayoría son mayores. “En ningún momento me he sentido que los mayores van a su bola o me miran mal. A veces ceno o como con ellos, y aunque hay una jerarquía de respeto y educación, me siento súper incluido. Son amigos”, confiesa.
Pablo, por su parte, asegura que tiene muy buenos recuerdos de cuando era colegial de primer año. “Sigo manteniendo el contacto con quienes fueron mis veteranos y ya no están en el Colegio Mayor. Antes de empezar el curso, cada vez que tengo que elegir una asignatura optativa les consulto. En Larraona la relación es muy buena. Sabes que a la mínima ocasión te van a pasar apuntes, te van a ayudar… Es ayudar al pequeño de la familia. Lo que a mí me hicieron mis veteranos lo hago yo ahora con los colegiales de primero”.
Él decidió estudiar Medicina por tres motivos, el principal: poder ayudar a las personas. “Y qué mejor forma de ayudarlas que cuando están mal, que es cuando van a consulta”, comenta. También porque es muy “de ciencias” y le gusta la biología, la física, la química… De entre estas disciplinas, la que más conlleva un trato con la gente es la de Medicina. Y por último, por las salidas profesionales y la seguridad económica que ofrece.
Javier, coincide en que ser médico “es poder influir de manera positiva en la vida de otras personas. Se centra en lo que tú eres capaz de aportar a la sociedad, y eso haces que recibas más que nada”. Además, le atraía la variedad de salidas profesionales: “Siendo médico puedes trabajar desde en un centro de salud en una zona rural con pocas consultas al día hasta en un hospital en una gran ciudad como especialista o como director, o incluso colaborando en un periódico”, subraya. Y no solo en España, sino en otras partes del mundo, al estudiar Medicina Internacional.
En el extranjero, en España, doctorados, médicos de todas las especialidades… Desde hace 50 años en Larraona hemos tenido la oportunidad de ver crecer y formarse a multitud de generaciones de médicos, por eso ya en 2016 afirmábamos en nuestra revista CALLE 45 ser “la casa de los mil médicos”. Entre nuestras paredes han convivido más de un millar de estudiantes de Medicina caracterizados por su vocación de ayuda, tanto hacia sus pacientes como hacia sus compañeros, reflejo del espíritu de nuestro Colegio Mayor.