Un curso diferente: otro modelo económico es posible
El pasado 15 de febrero se llevaron a cabo las presentaciones finales del taller «Otro modelo económico es posible», un curso impartido por Jesús Blanco, representante de la ONG Proclade Yanapay en Navarra. Su objetivo es reflexionar sobre los actuales sistemas económicos, presentando alternativas basadas en los principios de la economía solidaria.
A lo largo de varias sesiones, se debatió sobre el poder que tenemos como consumidores y cómo nuestras decisiones pueden impulsar un cambio colectivo hacia una economía más justa. Preguntas como, ¿es posible imaginar un modelo económico basado en los derechos humanos y la sostenibilidad? o, ¿hasta qué punto el estado debe intervenir en la economía para proteger el bienestar de la población? fueron solo el inicio de una exploración que llevó a los participantes al debate y a la reflexión. Te contamos cómo fue.
Empezando por lo primero: ¿qué es la economía?
Durante la primera sesión, a través de un debate abierto, se exploraron diversas teorías sobre qué entendemos por economía. Partiendo de la definición clásica de economía como la gestión de recursos escasos, se pasó a examinar ejemplos de recursos como el tiempo, el agua y los minerales, hasta llegar a los materiales que utilizan las tecnologías actuales como la IA.
Esta discusión llevó a reflexionar sobre cómo el dinero, inicialmente concebido como un medio, se ha transformado en un fin en sí mismo, en ocasiones distorsionando el objetivo de servir al bienestar común. En este contexto, se puso de manifiesto el impacto de las políticas económicas sobre derechos fundamentales, como el acceso a la vivienda, la alimentación y la electricidad.
También se habló del tecno-feudalismo, un concepto que analiza cómo el poder económico se concentra en pocas manos gracias a la tecnología, y cómo el Estado parece estar cada vez más al servicio de estos intereses, en lugar de los de la ciudadanía. El debate en este caso, se centró en la moralidad y la legalidad, y en la propuesta de alternativas que alinean la economía con los derechos humanos y la justicia social.
En la piel de agentes clave para la economía
La segunda sesión fue totalmente práctica. Los colegiales y colegialas participantes experimentaron cómo es vivir las tensiones entre las grandes corporaciones, los gobiernos y las víctimas de abusos laborales. Conjuntamente, simularon un juicio relacionado con la tragedia del Rana Plaza, donde en abril de 2013 un edificio que albergaba fábricas de confección se desplomó, causando la muerte de más de 1,100 personas.
Cada persona asumió diferentes roles pertenecientes a tres grupos: las víctimas, el Estado de Bangladesh y las empresas implicadas. Este ejercicio permitió una inmersión profunda en las realidades del mundo laboral globalizado. Las víctimas destacaron el atropello de sus derechos humanos y su falta de recursos para defenderse. El Estado, por su parte, reflejó su vulnerabilidad y la falta de responsabilidad para garantizar la seguridad de los trabajadores, mientras que las empresas intentaron desviar la culpa hacia el cumplimiento de la ley local y la existencia de subcontratas que desconocían las condiciones en las fábricas.
El análisis final se centró en cómo estas realidades pueden ser transformadas a través de la economía solidaria, promoviendo el trabajo digno y la equidad.
Trabajo de campo: investigando las alternativas
Entre el 19 de enero y el 14 de febrero, los participantes realizaron un trabajo de campo centrado en diversas iniciativas de economía solidaria. La tarea consistió en investigar cómo ciertas organizaciones están trabajando para crear un modelo económico más justo, y cómo estas iniciativas pueden servir como ejemplos concretos de transformación social.
Durante este tiempo, los participantes se acercaron a iniciativas como FIARE (banca ética) o Fairphone (teléfonos de comercio justo), entre otras. Analizaron cómo estas organizaciones se estructuran, cómo operan, qué productos ofrecen y, sobre todo, cómo contribuyen a la transformación de la sociedad hacia un modelo económico más inclusivo y sostenible. Las conclusiones las conocimos el 15 de febrero, con una sesión final de presentación y discusión de los resultados.
Aprendizajes
Definitivamente, para los colegiales y colegialas participantes ha sido un curso diferente. Les ha obligado a salir fuera de la zona de confort y a mirar la realidad social y económica desde un nuevo prisma, conociendo los retos que presenta nuestro sistema económico actual, pero también las oportunidades de cambio y los actores que trabajan para hacerlas realidad.