COLEGIO MAYOR LARRAONA

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Alba Padilla: “Ser decana es una forma de cuidar a los demás y de cuidar al colegio mayor”

En Larraona, la vida colegial se construye a diario y en comunidad. Este año, esa labor está representada por un rostro especialmente comprometido y sereno: el de Alba Padilla, que, junto a Amelia Wefer y Alberto Solano forman el decanato, una figura de representación que sirve para canalizar la comunicación intercolegial y promover la dinamización de actividades. Constituyen un grupo diverso, equilibrado y lleno de entusiasmo, cada quien con su propia mirada. Y es precisamente esa combinación —según Alba— lo que da el verdadero sentido a su labor.

“Lo más bonito es formar parte activa del colegio mayor. Ver cómo las pequeñas actividades o propuestas de los colegiales y colegialas ayudan a mejorar el ambiente”, explica. Para ella, el papel del decanato no es solo organizar o representar sino acompañar y cuidar. En cada iniciativa, en cada conversación hay un propósito común: hacer que todos y todas se sientan parte de Larraona.

Clases de baile en Larraona

Para ella, este rol es especial: “Ser decana es una forma de cuidar a los demás y de cuidar al colegio mayor”, afirma. “Representar los valores de Larraona y tratar de transmitirlos día a día. Es un trabajo que me tomo en serio”. Alba forma parte de la primera generación de decanato de Larraona en la que hay decanas, a raíz del paso de Larraona a colegio mayor mixto. Es un hecho que añade un matiz histórico y simbólico a su experiencia. “Ser parte de esta primera generación lo hace más especial. Es un espacio bonito, significativo también para la historia de Larraona”.

Alba cursa tercer año de carrera y, a pesar de su carácter calmado y discreto, irradia la energía tranquila de quien sabe escuchar y estar presente. Habla con naturalidad, pero con la autoridad de quien cree en lo que hace. “Me interesé por el decanato porque me ilusionaba poder aportar desde dentro. Queríamos ayudar a que hubiera buen ambiente, unión y motivación entre todos y todas”, cuenta. “Después de haber vivido las experiencias de primero y segundo, sentíamos que podíamos proponer nuevas ideas para seguir construyendo comunidad”.

Su equipo se formó de manera casi natural. “Este año solo nos presentamos Amelia, Alberto y yo. Creo que fue algo bien pensado porque Alberto está fuera este semestre y yo me iré el próximo, así que siempre hay alguien presente desde el decanato”, explica. “Además, Alberto ya había sido decano, así que su experiencia nos ayuda a mejorar”.

El trabajo, explica, se basa en la coordinación, el apoyo y la representación: “Nos encargamos de coordinar y ayudar en las actividades, de apoyar a las comisiones y, sobre todo, de ser un enlace entre estudiantes y dirección”, expone. “Al ser tres, intentamos repartirnos las responsabilidades para que el trabajo sea dinámico y compartido. Así no sentimos que es una carga difícil de compaginar con los estudios”.

Decanas en colegio mayor mixto

En sus palabras hay una mezcla de responsabilidad y afecto, de compromiso y alegría. Quizás por eso, cuando le preguntan qué mensaje dejaría a sus compañeros y compañeras, responde con la sencillez de quien ha aprendido a disfrutar de lo esencial: “Les diría que aprovechen cada momento en Larraona. Las amistades que van a formar aquí serán para toda la vida. Que se involucren, participen y saquen el máximo provecho. Este lugar se hace entre todos y todas, y cada persona aporta algo único”.

Alba lo resume con sutileza: ser decana o decano, más que un título, es una forma de estar. De mirar por los demás, de construir vínculos, de mantener viva la esencia de lo que significa Larraona. Un espacio que sigue siendo mucho más que una residencia: una familia que se cuida, crece y camina unida.